Miles de fieles acompañaron el último recorrido del papa Francisco por las calles de Roma, donde el papamóvil avanzó lentamente frente a sitios emblemáticos como el Coliseo. El féretro, recibido entre aplausos y oraciones, llegó finalmente a la basílica de Santa María la Mayor, donde será enterrado tras varios días de homenajes. El primer pontífice latinoamericano, fallecido el 21 de abril a los 88 años, cerró una era de doce años al frente de la Iglesia Católica, marcada por su defensa incansable de los migrantes, el medio ambiente y los más vulnerables.
La jornada de despedida comenzó con una misa solemne en la plaza de San Pedro, donde 250.000 personas y decenas de líderes mundiales rindieron homenaje. Durante la ceremonia, el cardenal Giovanni Battista Re destacó la vocación de Francisco por la paz y su sensibilidad social, en especial en conflictos como el de Ucrania. De Buenos Aires a Roma, la conmoción se extendió con vigilias espontáneas y cantos en honor al papa que humanizó y renovó la imagen de la Iglesia en tiempos de transformación.
Entre los asistentes al histórico funeral figuraron personalidades como Donald Trump, Volodimir Zelenski y los reyes de España, además de la sorpresiva presencia de Julian Assange. El féretro, sencillo y simbólico, llevará consigo el rosario y los zapatos negros que Francisco usó durante su vida pastoral. Sobre su tumba, solo quedará grabado el nombre «Franciscus», en coherencia con su estilo austero y cercano a los pobres, inspirado en San Francisco de Asís.
Con la muerte del 266º pontífice, la Iglesia se prepara ahora para un nuevo cónclave. De acuerdo a las normas, el proceso para elegir a su sucesor debería convocarse entre 15 y 20 días después del fallecimiento, aunque aún no se define la fecha exacta. Así, se abre una nueva etapa para la institución que Francisco ayudó a reformar, pese a las resistencias conservadoras que enfrentó durante su pontificado.









