La estrategia utilizada por el presidente Gustavo Petro Urrego para volver a obtener el triunfo electoral en los próximos comicios presenta una incertidumbre por el rechazo del constituyente primario por las permanentes amenazas y ofensas a los demás actores de la vida pública que no comparten sus ideales planetarias y salidas del contexto real que ha venido generando a través de la reiterada retórica barata, que solo expresan odios, sesgos ideológicos, ataques permanentes al sector empresarial, provocando un incremento de la polarización política en el país. Además, junto a sus ministros, están desatando unos comentarios de tipo cantinflescos, que generan risa y se vuelven la comidilla en las reuniones sociales. Además, sigue totalmente desconectado de las grandes problemáticas sociales y económicas que ocurren en las regiones que, junto con el desconocimiento de la gestión que realiza el equipo ministerial, están creando una incapacidad e ineptitud en su gestión gubernamental. Los resultados de estos exabruptos los están pagando muy caro las familias colombianas, porque no ven una luz de esperanza al final del túnel, para terminar este penoso viacrucis que tiene hastiada a la opinión pública.
Por tal motivo, no vemos como las estrategias de convocar cabildos abiertos a través del transporte de miles de personas de un lugar a otro, para escuchar estos novelescos planteamientos que solo buscan generar sofismas de distracción. No se pueden seguir engañando que las próximas elecciones van a arrasar los movimientos políticos afectos al ejecutivo. Deben aterrizar. El palo no está para hacer cucharas. No son las mismas condiciones cuando impulsaron el famoso estallido social provocado por delincuentes y financiado por organizaciones narcoterroristas que destruyeron parte de la estructura productiva y social en algunas regiones del país. Lo anterior no se puede repetir. Es el colmo que el primer mandatario de los colombianos esté convocando una huelga general para incitar a estos desadaptados sociales a delinquir.
La sociedad colombiana no es ingenua. El gobierno nacional no puede tratar a las familias como mansos corderos. Los hechos de violencia, narcotráfico, terrorismo y corrupción entre otros delitos que nos afectan, han madurado a las personas quienes vienen siendo afectados por el nefasto accionar gubernamental, que solo prometen políticas públicas inalcanzables y salidas del contexto terrenal. Así el Gobierno nacional que acaba de complejizar una consulta que de por sí, la anterior era confusa y poco eficiente en su redacción. La última contiene cuatro preguntas adicionales y sobre otros temas interrogan, como las primeras, aspectos muy amplios. Si la reforma laboral era delicada para tramitarse mediante ese tipo de preguntas, la reforma a la salud, con su infinidad de detalles, es aún más enrevesada. La Casa de Nariño se rindió en la construcción de consensos alrededor de sus propuestas y quiere que la democracia directa supla sus propias falencias. Eso puede salir muy mal.
