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Magnicidio de Miguel Uribe: prueba de fuego para la justicia

Ago 13, 2025

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El magnicidio del senador Miguel Uribe Turbay tras el atentado del pasado junio abre un complejo desafío para la justicia y la seguridad nacional, justo en el umbral de las elecciones presidenciales de 2026.

DIARIO DEL HUILA, POLITICA

El asesinato del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, ocurrido tras más de dos meses de permanecer en la Unidad de Cuidados Intensivos luego del atentado que sufrió el 7 de junio en Bogotá, conmociona al país y abre un complejo escenario judicial y de seguridad. Este crimen, catalogado como un magnicidio, pone a prueba las capacidades del Estado para esclarecer hechos de esta magnitud y garantizar la seguridad de los actores políticos en el camino hacia las elecciones presidenciales de 2026.

Para expertos en justicia y seguridad consultados por EL TIEMPO, el magnicidio de Uribe Turbay evidencia falencias graves en la investigación criminal, el control territorial y las garantías de seguridad para líderes políticos. Además, su desenlace será un indicador clave para medir la capacidad del Estado para actuar con independencia y eficacia frente a la violencia política.

El exministro de Justicia, Andrés González, enfatiza que este caso exige una respuesta integral. “Esto no puede quedar en una investigación parcial. Por su naturaleza, obliga a que todos los órganos judiciales y de seguridad actúen articuladamente. De lo contrario, la impunidad sería un mensaje devastador para la democracia colombiana”, asegura. González agrega que atentar contra una figura pública en plena campaña electoral envía un mensaje intimidatorio que afecta el orden público y el proceso democrático. “Aquí el Estado debe demostrar su capacidad de actuar con rigor y celeridad”.

Por su parte, el abogado penalista Francisco Bernate señala que, aunque se han revelado detalles sobre la muerte de alias “el Zarco Aldinever” —segundo al mando de la Segunda Marquetalia y supuesto enlace con estructuras criminales involucradas en el atentado—, estas son solo piezas parciales del rompecabezas. “No basta con lo que se ha divulgado hasta ahora. Es fundamental esclarecer todas las líneas de investigación, identificar a los autores materiales e intelectuales, y perseguir cualquier estructura criminal vinculada”, señala Bernate. Para él, el proceso judicial trasciende la condena de culpables: “Se trata de proteger la democracia y enviar un mensaje claro para que no se normalicen ataques contra líderes políticos”.

En términos de seguridad, las advertencias son igual de contundentes. González alerta que si el caso queda sin resolver o se diluye, las organizaciones criminales entenderán que pueden delinquir con impunidad y causar daño político. “El riesgo es que grupos como el Clan del Golfo o las disidencias de las Farc vean un margen para continuar con sus actos violentos”, advierte.

El impacto de este atentado, señalan los expertos, va más allá del hecho individual. Representa un desafío al control territorial del Estado, pues las regiones dominadas por estructuras armadas pueden convertirse en escenarios de presión violenta sobre votantes y candidatos en las elecciones de 2026.

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El exministro de Defensa Diego Molano fue enfático en sus críticas a las primeras reacciones oficiales, especialmente en relación con la señalización apresurada de las disidencias de las Farc como responsables. “Es preocupante que se hayan hecho afirmaciones sin suficientes fundamentos. Se necesita una investigación exhaustiva que llegue hasta las últimas consecuencias para evitar que esto se repita”, expresó.

Molano también subrayó las limitaciones presupuestales y operativas que enfrenta el Gobierno para garantizar la seguridad durante el proceso electoral, especialmente en territorios controlados por grupos armados ilegales como el Clan del Golfo y las disidencias.

El temor de los analistas es que el magnicidio de Miguel Uribe Turbay termine siendo otro caso emblemático sin resolución clara, lo que podría abrir un precedente peligroso donde la violencia política se utilice como una herramienta legítima en las disputas electorales.

En el ámbito judicial, el proceso requiere un compromiso sin precedentes de la Fiscalía, el sistema judicial y los organismos de inteligencia para blindar la investigación de interferencias políticas y criminales. González lo resume así: “Si no logramos una sentencia ejemplarizante y oportuna, el daño a la legitimidad del sistema judicial será irreparable”.

Además, este caso podría acelerar debates en el Congreso sobre la necesidad de fortalecer las medidas de protección a candidatos políticos y mejorar los mecanismos de investigación criminal en contextos electorales.

En palabras de Molano, “el país debe responder con fuerza institucional, porque de lo contrario, la percepción será que la democracia en Colombia se disputa bajo amenazas y miedo”.

Para los expertos, el reto que deja el homicidio de Miguel Uribe Turbay no solo es judicial, sino también político y social. Implica demostrar que la justicia y la seguridad pueden prevalecer sobre el crimen y que Colombia está dispuesta a defender sus procesos democráticos en un año decisivo para su futuro político.

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