Las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos atraviesan uno de sus momentos más tensos en los últimos años, luego de que Nicolás Maduro retara abiertamente a Donald Trump a atacarlo, en medio del despliegue del Grupo Anfibio Iwo Jima hacia las costas venezolanas. Esta fuerza militar estadounidense está integrada por el buque de asalto USS Iwo Jima, los transportes USS Fort Lauderdale y USS San Antonio, así como la 22.ª Unidad Expedicionaria de Infantes de Marina.
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La maniobra militar fue interpretada por Caracas como una amenaza directa, mientras que desde Washington se ha justificado como parte de los esfuerzos para frenar el tráfico de drogas hacia su territorio. La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, aseguró que Estados Unidos “usará todo su poder” para detener el flujo de sustancias ilegales que, según sus informes, se originan desde Venezuela, donde operaría el denominado Cartel de los Soles.
Acercamientos a China
En este contexto de tensión, Nicolás Maduro ha intensificado sus acercamientos diplomáticos con China, principal rival económico de Estados Unidos. Durante el Primer Congreso Pedagógico de Maestras y Maestros Bolivarianos, el mandatario venezolano interrumpió su discurso para mostrar un teléfono celular que, según él, fue un regalo directo del presidente Xi Jinping. “Yo me comunico por satélite con él”, afirmó Maduro, resaltando que se trata de un dispositivo Huawei, marca insignia china.

Aunque el gesto podría parecer anecdótico, analistas internacionales interpretan esta declaración como un símbolo del respaldo que Venezuela busca en Pekín frente a las presiones de Washington. Esta no es la primera señal de acercamiento, pues también se han registrado reuniones diplomáticas entre Maduro y Lan Hu, embajador de China en Caracas.
China, por su parte, se pronunció oficialmente tras el despliegue del grupo anfibio estadounidense, rechazando cualquier uso de la fuerza y manifestando su oposición a acciones que vulneren los principios de la Carta de las Naciones Unidas.
Con este escenario, se refuerza la alineación de Venezuela con potencias que desafían la influencia de Estados Unidos en la región, lo que podría profundizar la confrontación diplomática y militar en los próximos meses. Mientras tanto, la tensión se mantiene en aumento en el Caribe y América del Sur, con un tablero geopolítico cada vez más polarizado.









