Una carta enviada por Nicolás Maduro a Donald Trump reveló un giro diplomático que dejó en evidencia la distancia con el presidente Gustavo Petro. El líder venezolano defendió la labor de su gobierno en la lucha contra el narcotráfico y responsabilizó a Colombia de ser el principal origen de la droga que llega a Estados Unidos.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
La crisis regional por el narcotráfico sumó un nuevo capítulo tras conocerse, a través de la agencia Reuters, la carta enviada el pasado 6 de septiembre por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, a su homólogo estadounidense Donald Trump. En el documento, el mandatario del vecino país rechazó las acusaciones que pesan sobre su gobierno por facilitar el tráfico de drogas hacia Estados Unidos y puso el foco en Colombia como el verdadero epicentro de la producción y envío de estupefacientes.
En la misiva, Maduro aseguró que solo el 5% de la droga producida en Colombia transita por Venezuela, y enfatizó que el 70% de esa cifra fue “neutralizada y destruida” por las autoridades venezolanas. Con este argumento, el líder chavista intentó disipar la percepción internacional que lo señala como un actor clave en las rutas del narcotráfico y, al mismo tiempo, buscó tender puentes con Washington.
“Presidente, espero que juntos podamos derrotar las falsedades que han empañado nuestra relación, que debe ser histórica y pacífica”, escribió Maduro a Trump, en un tono que sorprendió por su apertura al diálogo y por el reconocimiento de la necesidad de cooperación bilateral en materia antidrogas.

El operativo en el Caribe y el choque diplomático
La carta no surgió en el vacío. Pocos días antes, un operativo militar en el Caribe contra una embarcación vinculada al narcotráfico terminó con 11 personas muertas. Estados Unidos aseguró que el cargamento se dirigía desde Venezuela hacia su territorio, lo que reforzó las acusaciones contra el régimen de Maduro.
La respuesta del mandatario venezolano fue deslindar responsabilidades y poner a Colombia en el centro del debate, sosteniendo que el país vecino es el principal productor de cocaína en el mundo y el origen de la mayoría de cargamentos que afectan a Norteamérica.
Pero más allá del cruce con Estados Unidos, el episodio marcó una ruptura con Gustavo Petro. Apenas el 16 de septiembre, el presidente colombiano cuestionó duramente la acción militar de Washington, calificándola de “asesinato en aguas internacionales”. En un Consejo de Ministros, Petro denunció que el ataque fue contra “una lancha desarmada y no blindada”, acusando a Estados Unidos de “asesinar gente latinoamericana en su propia tierra, porque es mar territorial”.
El jefe de Estado colombiano también criticó a los gobiernos de la región que respaldan ese tipo de acciones, calificándolos de “cipayos” al servicio de Washington. Sin embargo, las declaraciones de Maduro en su carta a Trump contrastaron con la postura de Petro, pues, en lugar de condenar el operativo, abrió la puerta a un diálogo con el expresidente estadounidense y propuso como mediador al enviado especial Richard Grenell.
Trump endurece el discurso
El gobierno de Donald Trump, por su parte, defendió la operación militar y dejó claro que su estrategia seguirá firme. “¡CUIDADO! SI TRANSPORTA DROGAS QUE PUEDEN MATAR A ESTADOUNIDENSES, ¡LO ESTAMOS CAZANDO!”, advirtió el entonces presidente, subrayando que las actividades de los carteles han tenido consecuencias devastadoras en la sociedad estadounidense durante décadas.
Trump incluso amplió los detalles de los operativos recientes, afirmando: “Derribamos barcos. En realidad fueron tres barcos, no dos, pero ustedes vieron dos”. Además, insistió en la exigencia de detener el envío de drogas y de integrantes del Tren de Aragua, grupo criminal transnacional con presencia en la región.

Una estrategia de distanciamiento
La jugada de Maduro fue interpretada como un movimiento político que le permitió distanciarse de Petro y, al mismo tiempo, enviar un mensaje de cooperación estratégica a Estados Unidos en un tema clave como lo es la lucha contra el narcotráfico. Para el líder venezolano, era fundamental contrarrestar la narrativa que lo acusa de permitir el flujo de drogas hacia Norteamérica, especialmente tras el ataque en el Caribe.
En contraste, el presidente colombiano quedó aislado en su postura crítica frente a Washington, pues mientras él acusaba a Estados Unidos de “asesinar latinoamericanos”, Maduro buscaba recomponer un canal de comunicación directa con Trump.
El contraste dejó en evidencia las tensiones y contradicciones dentro del eje regional, en el que Venezuela y Colombia, a pesar de sus acercamientos recientes, no logran consolidar una agenda conjunta frente al narcotráfico.

Escalada retórica y llamados a investigación
Mientras Maduro propuso una investigación internacional sobre las operaciones militares en el Caribe —que, según cifras extraoficiales, han dejado al menos 14 muertos en las últimas semanas—, el gobierno estadounidense se mantuvo firme en su estrategia militar.
Para Venezuela, la clave está en demostrar que no es el epicentro del narcotráfico, mientras que para Colombia el reto es sortear las acusaciones de ser el principal productor de cocaína en el mundo. En medio, Estados Unidos insiste en que su seguridad nacional está en juego.









