A los 1 y 56 minutos de la madrugada del día anterior, falleció en la Clínica Santafé el senador y precandidato presidencial, luego de luchar por su vida durante dos meses y cuatro días, producto del vil atentado que sufriera en el barrio Modelia de Bogotá cuando presidía una concentración política. A los 39 años, deja un legado y un sueño para toda la sociedad colombiana, de seguir buscando la paz en Colombia. Este hecho criminal ha despertado una reacción popular y solidaria en toda la opinión pública, que se encuentra inconforme con el actual accionar gubernamental, que ha sido funesta contra el bienestar de las familias colombianas, por el avance exponencial de la criminalidad en las diferentes regiones de Colombia. De nada valieron las 40 solicitudes que le hicieron al ejecutivo para que le fortaleciera su esquema de seguridad personal. El día del atentado, solo contaba con poca presencia del servicio de escoltas, reflejando la disminución de este personal y aumentando el riesgo para su vida. Mientras a los más grandes terroristas que ha tenido el país, que se encuentran libres y deambulando por las calles de Colombia, están protegidos por el gobierno; cuentan con un ejército de seguridad y de carros blindados, todos pagados por el erario. Igualmente gozan de total impunidad. Absurdo.
Fue uno de los senadores más votados en las pasadas justas electorales y se perfilaba como el candidato más opcionado para llegar a la casa de Nariño. Fue un férreo opositor del actual gobierno nacional, por el debilitamiento de la seguridad nacional y por la incoherencia en el manejo de los asuntos de Estado. Desde todas las esquinas de la opinión pública, le han solicitado al presidente Gustavo Petro Urrego, para que contribuya a bajarle intensidad en los reiterados discursos incendiarios que ha venido pronunciando en las plazas públicas. Recordemos la celebración del día del Trabajo, en la Plaza de Bolívar, la cual le generó bastante rechazo en la opinión pública nacional, por la forma amenazante e irrespetuosa contra el Congreso de la República, que, en tono autoritario, lanzó diatribas y mensajes hostiles, que dejaron mucho que desear del primer mandatario de los colombianos.
Lo anterior, ha provocado que se haya incrementado los niveles de polarización que siempre ha existido en el país. Hacer política se considera un riesgo para todos los aspirantes que salgan a las plazas públicas, si el gobierno nacional no les brinda las suficientes garantías de seguridad. Estamos retrocediendo cinco lustros. En memoria del fallecido Miguel Uribe Turbay, se debe bajar el tono del odio y de los sesgos ideológicos, contra los órganos del poder público y del sector empresarial. Debemos rechazar cualquier expresión de violencia que se llegase a presentar, durante las próximas elecciones. Esperamos que los sindicados del magnicidio, no los vayan a designar gestores sociales.







