Diario del Huila

Los verdaderos dueños del café

Sep 5, 2025

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Ruber Bustos Ramirez

Soy caficultor y hablo con orgullo. Cuando miro lo que está pasando con nuestro gremio, me llena de esperanza. La Federación Nacional de Cafeteros, bajo la gerencia de Germán Bahamón, está mostrando resultados que nos benefician a todos. Porque sí, las cifras son buenas, pero lo más importante es que detrás de cada número estamos nosotros, las familias cafeteras de Colombia.

En el primer semestre de 2025, aunque las lluvias retrasaron la cosecha, el café creció un 6,4% y ayudó a mover la economía del país. Eso demuestra que nuestro trabajo sigue siendo vital para Colombia. Y no es poca cosa: el café fue uno de los sectores que más aportó al crecimiento económico, en un momento en que la economía en general avanza despacio.

Pero lo que más me alegra es lo que ha pasado con las exportaciones. En el último año, el café colombiano alcanzó un valor histórico: más de 5.400 millones de dólares en ventas al mundo. Esto no es solo una cifra grande, es la prueba de que nuestro café sigue conquistando mercados y de que tenemos un precio interno estable que nos permite recibir una paga justa por nuestro esfuerzo.

La Federación también exportó en seis meses más de 2 millones de sacos a 38 países. Y de esas ventas, el 65% fueron cafés diferenciados, que nos reconocen el valor de producir calidad. Eso significa que en nuestras fincas, donde cuidamos cada grano, nuestro trabajo es reconocido y mejor pagado.

Además, las empresas de la Federación están avanzando:

               • Buencafé aumentó 22% sus ventas, llevando nuestro café soluble a más de 80 países.

               • Almacafé abrió nuevos centros de industrialización y pronto tendrá una gran planta en Huila, que nos hará sentir aún más orgullosos.

               •Juan Valdez ya tiene 643 tiendas en el mundo y generó ingresos históricos que vuelven a nosotros en proyectos y bienes públicos para el gremio.

Todo esto se ha logrado con tres principios muy claros: austeridad, eficiencia e innovación. Es decir, administrar bien, gastar con cuidado y pensar siempre en cómo mejorar.

Yo, como caficultor, lo tengo claro: la Federación no existe para ella misma, existe para nosotros. Cada logro, cada tienda, cada mercado conquistado, tiene un propósito: que la vida de las familias cafeteras sea mejor.

Por eso digo con convicción que los verdaderos dueños de la Federación somos nosotros, los caficultores de Colombia. Esta institución es nuestra, nos representa y nos defiende. Y cuando ella entrega resultados, no lo hace para engordar balances, lo hace para devolvernos esperanza, progreso y futuro.

El café colombiano no es solo un producto de exportación. Es nuestra vida, nuestra herencia y nuestro orgullo. Y mientras sigamos unidos, podremos mostrarle al mundo que detrás de cada taza hay una familia que trabaja con amor por Colombia.

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