Diario del Huila

Los Gritos Temerarios de Paloma

Dic 6, 2025

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Por: María del Carmen Jimenez

Lo ocurrido esta semana en el Congreso no fue un debate, sino un intento de linchamiento verbal. La Senadora Paloma Valencia, incapaz de sostener un argumento, sin elevar el tono hasta la estridencia decidió convertir el recinto, en una plaza de espectáculo callejero. Gritó no para convencer, ni debatir, sino para atacar y silenciar al senador Iván Cepeda Castro, una persona reconocida por el rigor, la decencia y la evidencia.

Su furia en medio de un debate que exigía rigor y serenidad, es la expresión de una oposición al actual gobierno, que ha convertido el grito en programa, el exabrupto en argumento y la desfiguración del adversario en estrategia permanente. Cuando un sector político llega al congreso sin datos, ni evidencias sólidas, sin capacidad de debatir en términos complejos, recurre al sobresalto. El ruido impregnado de indignación suele ser la coartada para ocultar fragilidades argumentativas.  La senadora en referencia no solo interrumpió; provocó, buscó desestabilizar a quién no se deja arrastrar por el lodo. El Senador y Candidato Presidencial Iván Cepeda Castro, con su tono sereno demuestra que se puede ser contundente sin perder la compostura. Esa calma exaspera a quienes dependen del grito para mantenerse visibles. El Senador Iván ha construido su trayectoria política alrededor de la argumentación, la memoria y los derechos humanos. Su ejercicio político, se soporta en los datos, en la investigación, en la lectura de documentos y testimonios.

La política se degrada cuando lo temerario se vuelve estrategia. Los gritos de Paloma y algunos otros congresistas, no son un accidente: son un método viejo, gastado y profundamente antidemocrático. La apuesta es simple: que nadie escuche el argumento real, que nadie pregunte por las pruebas, que la opinión pública se quede con el show. Es la pedagogía del miedo, de la interrupción, del caos. Ya conocemos esa táctica, el que más grita es, casi siempre, el que menos sabe.

Los gritos temerarios de Paloma no intimidaron a Iván Cepeda: lo confirmaron. Confirmaron que su voz serena pesa más que cualquier alarido, que los hechos incomodan a quienes construyen política desde la rabia. Y que, en medio del ruido, la palabra bien sustentada genera credibilidad y sigue siendo el arma más poderosa. Mantener la serenidad en medio de la estridencia se convierte en un gesto político de enorme trascendencia.

 En tiempos donde algunos creen que el Congreso es un escenario para el berrinche, la actitud de Iván Cepeda Castro recordó que la política también puede ser un ejercicio de decoro. Su serenidad envió un mensaje pedagógico: el respeto a la institución comienza por la forma en que sus miembros se comportan. Enseñó a otros congresistas y ciudadanía que el liderazgo auténtico no se construye a pulmón, sino a profundidad, coherencia y templanza.  Mostró que el país necesita otra forma de discutir, que la política del argumento demuestra ser más efectiva, más digna y más útil para la democracia.

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