Para nadie es un secreto que el Departamento del Huila ha sido históricamente una región limitada en cuando a su infraestructura deportiva. Hace poco se llevó a cabo la construcción del nuevo estadio de fútbol en Garzón contemplando una inversión cercana a los 22 mil millones, así como otros proyectos como la adecuación del Centro Cultural y Deportivo de La Plata por más de $1.500 millones. Pero más allá de la ejecución de estos proyectos, aún me generan dudas la efectividad y sostenibilidad de estas inversiones y su plan administrativo a largo plazo.
En Neiva, pese a ser la capital, la situación es más complicada. Escenarios ‘de toda la vida’ como el Estadio Guillermo Plazas Alcid y el Coliseo Álvaro Sánchez Silva, construidos en la década de los 80’s, mantienen un estado de deplorable que ha convertido la infraestructura deportiva de nuestro departamento en un meme a nivel nacional. A pesar de su importancia histórica y sobre todo funcional para los habitantes, estos dos recintos carecen de capacidad para albergar eventos y actividades deportivas de manera segura. Incluso el equipo de fútbol tradicional de la región ha evaluado -en diferentes administraciones- mover la sede del club a otra ciudad por la imposibilidad de contar con un estadio que brinde las mínimas garantías. La falta de recursos, planificación y sobre todo la falta de un liderazgo capaz y doliente, ha llevado a que los habitantes, ya sean deportistas o espectadores, tengan que buscar alternativas informales poniendo en riesgo su seguridad, sin importar que con esfuerzo y de manera recurrente paguen impuestos para que esto se corrija.
La distribución de recursos para la infraestructura deportiva regional no ha sido del todo correcta. Y aunque la naturaleza de esto sea normal debido a las concentraciones poblacionales y las regalías puntuales, sí hay un deber político y administrativo de desarrollar la región de manera conjunta. Mientras que algunos municipios reciben inversiones significativas, otros, especialmente en zonas rurales, no cuentan con la infraestructura básica para la práctica deportiva. Esta disparidad refuerza las desigualdades existentes, fomenta el desplazamiento rural hacia las principales ciudades, y limita las oportunidades para muchos jóvenes que buscan en el deporte una vía de desarrollo y superación.
Para revertir esta situación y construir un mejor futuro para el departamento, es esencial que el gobierno regional y las autoridades locales implementen con voluntad y con apoyo del privado, un plan avanzado de infraestructura deportiva. Este plan debe incluir no solo la construcción de nuevos escenarios, sino también el mantenimiento y rehabilitación de los existentes, garantizando su seguridad y funcionalidad. Este plan también debe incluir la captación de recursos y las alianzas educativas para los jóvenes deportistas. Y todo esto sin dejar a un lado la necesidad de establecer mecanismos de participación ciudadana que permitan a las comunidades expresar sus necesidades y prioridades en materia deportiva. La búsqueda de aliados estratégicos para el deporte es fundamental y lo que podamos proponer a ellos, nuestra mejor arma. Quizá a través de la deducción de impuestos, la región pueda atraer grandes patrocinadores e inversores, y logre con esto más adelante convertirse en una región que realmente fomenta y prioriza el deporte, como lo logró en el pasado Antioquia.
El deporte es una herramienta poderosa para la cohesión social, la salud y el desarrollo económico. Si el Huila realmente busca mantener un norte de crecimiento en el mediano y largo plazo que garantice una mejor calidad de vida y oportunidades a sus ciudadanos, la administración pública debe ir más allá de solo cumplir y ejecutar, y debe comprometerse con acciones ambiciosas que realmente apunten a transformar la realidad deportiva del departamento.
Con el aroma de un café huilense, los saludo,
Santiago Ospina López.
