La educación superior en América Latina enfrenta cuatro retos urgentes: deserción estudiantil, presión financiera, resistencia al cambio e integración tecnológica, según un informe destacado por el Foro Económico Mundial.
DIARIO DEL HUILA, ACTUALIDAD
La educación superior en América Latina y el Caribe enfrenta un momento decisivo. Un reciente informe titulado “De barreras a soluciones: Estrategias para el éxito institucional en América Latina y el Caribe”, elaborado por la empresa tecnológica Ellucian y promovido por el Foro Económico Mundial, identifica cuatro desafíos centrales que exigen respuestas innovadoras y urgentes: la deserción estudiantil, la resistencia al cambio, las presiones económicas y la integración tecnológica.
El primero de estos retos es la alta tasa de deserción en la educación superior, un fenómeno atribuido a factores económicos, académicos y emocionales. La falta de recursos financieros y el escaso acceso a programas de apoyo, como tutorías, asesoría psicológica o acompañamiento académico, son causas frecuentes. Para contrarrestar esta tendencia, el informe recomienda adoptar modelos de aprendizaje híbrido y asincrónico, que permitan a los estudiantes combinar sus estudios con responsabilidades laborales y personales. Además, sugiere implementar tecnologías de análisis predictivo e inteligencia artificial para identificar de forma temprana a estudiantes en riesgo de abandonar sus estudios, brindándoles apoyo focalizado.
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El segundo desafío gira en torno al cambio en el rol del docente. Las expectativas estudiantiles han evolucionado: los alumnos ya no buscan solo conocimientos teóricos, sino experiencias educativas activas y personalizadas. El informe propone capacitar a los docentes en el uso de herramientas tecnológicas y en metodologías pedagógicas centradas en el estudiante. Estrategias como talleres colaborativos, formación en inteligencia artificial para personalizar la enseñanza y el diseño de rutas de aprendizaje individualizadas son clave. Sin embargo, este cambio enfrenta barreras como la resistencia institucional y la falta de incentivos para los educadores que lideran procesos de innovación.
En tercer lugar, se encuentra la rigidez curricular, una barrera significativa para responder a las demandas del mercado laboral. Muchas instituciones aún operan con planes de estudio obsoletos y estructuras burocráticas que dificultan la implementación de nuevas metodologías. El informe sugiere una modernización urgente que incluya la vinculación del currículo con la empleabilidad y la formación en habilidades prácticas. Como estrategias iniciales, se propone desarrollar proyectos piloto que introduzcan el aprendizaje modular y las credenciales apilables, facilitando la adaptación de los programas a las realidades laborales actuales y promoviendo un cambio cultural dentro de las instituciones.
El cuarto y último reto es de carácter económico. Se proyecta una caída en las tasas de matrícula hacia 2030, debido a cambios demográficos y restricciones financieras, lo que pone en riesgo especialmente a universidades pequeñas y medianas. La sostenibilidad financiera de estas instituciones dependerá de su capacidad para diversificar fuentes de ingreso y atraer a nuevos públicos, como los estudiantes no tradicionales. Modelos como las suscripciones de aprendizaje, las credenciales apilables y las alianzas con socios tecnológicos se presentan como soluciones viables. Estas alternativas permiten ampliar el acceso y generar nuevas oportunidades de financiamiento.
La tecnología, por su parte, aparece como una aliada indispensable en este proceso de transformación. Herramientas como los sistemas de gestión de relaciones con los estudiantes (CRM), los sistemas de alerta temprana y los portales de servicios digitalizados están revolucionando la manera en que se gestionan las instituciones educativas. Sin embargo, su implementación presenta desafíos como la fragmentación tecnológica, los altos costos de adquisición y la complejidad de su integración. El informe recomienda la consolidación de plataformas integradas que faciliten la administración académica, la personalización de la experiencia educativa y la equidad en el acceso a recursos.
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