ERNESTO CARDOSO CAMACHO
Guarumo EcoAnalítica una de las firmas especializadas en investigación social, de mercados y desde luego en encuestas de intención política; acaba de publicar los resultados de su último sondeo de opinión sobre las candidaturas presidenciales y la aceptación de gobernadores y alcaldes de las principales regiones del país.
Los resultados en relación con la campaña presidencial arrojaron cifras nada sorprendentes, pero de las cuales es necesario observar ciertas tendencias.
No es una sorpresa el que se refleje la aguda confrontación ideológica entre candidatos de la derecha y de la izquierda. Lo que si llama la atención en principio, es que quizá por ser ésta tan aguda y escalando, los candidatos del llamado espectro del centro quedan atrapados y sin proyección de crecimiento por la polarización. Es particularmente el caso de Fajardo que siendo sin duda alguna el más representativo de este sector político, permanece estable en la intención de voto sin crecimiento visible que no supera el 10%.
Así mismo ocurre con la cifra de Vicky Dávila, candidata independiente que promueve un movimiento ciudadano llamado “Valientes”, que no crece más allá del 10 o 11%, a pesar de haber salido a la contienda democrática hace más de 6 meses. Según algunos analistas su postura agresiva contra el gobierno Petro la ubica en la opinión como de extrema, sector donde abundan candidatos, apreciación que se refuerza por el hecho de que su principal estratega es Alicia Arango, muy cercana al uribismo y en particular al sector del expresidente Duque.
Por el lado de la izquierda es quizá donde se reflejan algunas sorpresas. La principal de ellas es que, si se suman los guarismos de sus más caracterizados representantes como son, en su orden, Bolivar, Quintero, Claudia López, Pizarro, Corcho, etc, alcanzan sumados un guarismo cercano al 35%, hecho significativo que curiosamente es similar a la cifra de aprobación a la gestión del presidente.
Desde luego lo más relevante, aunque pueda tener una explicación lógica es que Miguel Uribe haya alcanzado el 13.7% el más alto de todos los 75 candidatos encuestados. Lógico por la enorme visibilidad mediática que ha tenido su doloroso atentado, más el conocimiento profundo de sus cualidades humanas y políticas como su experiencia a pesar de su corta edad; circunstancias derivadas precisamente de su tragedia personal y familiar que lo han colocado como la opción más viable del uribismo con sobrada capacidad de obtener apoyos de otros sectores de la centro derecha, desde luego en la medida en que los médicos logren el milagro de su total recuperación.
Lo que si es preocupante en éste panorama presidencial, caracterizado por la alta polarización; la violencia de los grupos criminales y bandas delincuenciales urbanas y rurales; la desconfianza evidente con los políticos que ha conducido al desgaste de las instituciones democráticas y a los partidos políticos; la permanente provocación confrontacional estratégica del presidente Petro hacia sus contradictores de la derecha; la incertidumbe y el estímulo al miedo como estrategia política; así como el que por primera vez tengamos 75 candidatos presidenciales; son todos factores sociales que en su conjunto revelan la inestabilidad institucional a que ha llegado el Estado de Derecho y la cada vez mayor fragilidad de nuestra democracia.
Lo curioso y paradójico del asunto es que todos los actores dicen defenderlas, a las instituciones democráticas, cuando lo que generan con sus acciones es todo lo contrario.
La lucha política por la presidencia parece centrarse entre izquierda y derecha con altas dosis de radicalismo, enfrenamiento en el cual la opción del centro parecería destinada al fracaso.
En este escenario existe un elemento que para bien o para mal habrá de tener una gran incidencia electoral. Me refiero a la decisión judicial sobre la absolución o condena del expresidente Uribe anunciada para el próximo 28 de julio. Mientras ello ocurre veremos y padeceremos la escalada de polarización así como la intensidad criminal de los grupos delincuenciales que asolan el territorio nacional, aupados por la política de paz total del presidente.








