Diario del Huila

Lo que la Juventud no le gritó a Neiva

Oct 21, 2025

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Por: Johan Steed Ortiz Fernández

Que no mientan. No fue un éxito la elección de los Consejos Municipales de Juventudes (CMJ).

El 84 % de la juventud habilitada para votar prefirió quedarse en su casa. No se sienten representados por nadie.

Este domingo, Neiva no celebró la democracia juvenil: asistió al funeral de una confianza perdida. Porque una ciudad que le ofrece tan poco a sus jóvenes no puede esperar que llenen las urnas con esperanza.

De 91.818 jóvenes habilitados, solo 14.445 participaron. Una abstención del 84,27 %.

Y aunque intenten disfrazarlo de normalidad, que 77,373 jóvenes con toda la energía vital no se sientan interesados en expresarse y prefieran cualquier otra cosa antes que salir a votar, demuestra que vivimos fue un grito silencioso de miles que ya no creen en las instituciones que dicen representarlos.

No es apatía, es decepción, es la consecuencia de haber sido invitados al debate, pero no a la decisión. De haber sido usados para llenar listas, pero no para llenar agendas.

En 2021 ya lo vimos: se gastaron recursos, se hicieron foros, se tomaron fotos… Pero ¿qué cambió realmente para los jóvenes de Neiva? ¿Cuál acuerdo firmado se cumplió? ¿Cuál sesión del CMJ movió la aguja del presupuesto, del empleo o de la educación?

Lo que debería ser un espacio de incidencia, se convirtió en un escenario para legitimar lo mismo de siempre.

Y, sin embargo, hay que decirlo con claridad: hubo quienes resistieron, hubo listas independientes, procesos barriales, colectivos organizados… Que sin jefes, sin maquinaria, sin padrinos, dieron un paso al frente con las manos limpias y la palabra firme.

No aparecen en la publicidad institucional, pero sí en los barrios, no tienen partido, pero sí tienen causa.

Y siete curules fueron conquistadas por quienes decidieron no parecerse a los viejos políticos, y eso ya es un acto de rebeldía. Pero no basta con ganar una curul si desde los gobiernos no hay voluntad de escuchar.

Cinco curules quedaron en manos de los partidos, esos que aún ven en la juventud un voto útil, pero no una voz crítica. Otras cinco, en organizaciones que orbitan entre la gestión barrial y la influencia de agendas ajenas.

Porque mientras tanto, allá afuera, el desempleo juvenil en Neiva sube al 18,9 %.

Y los que prometieron “Mi Primer Empleo” no han cumplido nada.

Ninguna empresa se ha beneficiado de ese incentivo tributario. Ningún joven ha sido contratado. Todo quedó en PowerPoint, como tantas veces.

¿Y la institucionalidad? Ausente, ciega, y de espaldas. Porque los gobiernos han tenido a la juventud abandonada durante años.

Y hoy, que la criminalidad juvenil estalla en los barrios, pretenden solucionarlo con decretos de toque de queda, como si esconder a los jóvenes en sus casas fuera a resolver el abandono y la inseguridad ciudadana.

Lo que se necesita no son más papeles, sino más presencia real en las comunas, más inversión en escuelas deportivas, culturales, artísticas. Oportunidades laborales, programas que prevengan la deserción escolar, y presencia del gobierno más allá del discurso.

Pero lo que tenemos es una política pública de juventud con más limitaciones que metas, más diagnósticos que resultados. Un cascarón institucional que se arruga con el primer cuestionamiento.

Y para rematar, el mal ejemplo. El caso de la exconsejera nacional Guerrero, que no solo mintió sobre su título universitario, sino que ni siquiera presentó las pruebas del ICFES, es un espejo de cómo los discursos juveniles pueden ser usados como escalera, sin que haya consecuencias ni lecciones. ¿Qué mensaje se les está dando a quienes creen en la educación, el mérito y la coherencia?

Ser joven en Neiva no es solo tener menos años: es tener menos oportunidades, menos espacios, menos tiempo para soñar.

Es ver cómo los políticos te aplauden en campaña, pero te ignoran en el presupuesto.

Es estudiar para nada, trabajar para nadie, proponer… y que nadie escuche.

Y aun así, es resistir: crear colectivos, llenar parques, hacer música, pintar murales, cuidar la esquina donde los gobiernos nunca llegan.

Eso también es política, aunque no se tenga curul.

Hablar de juventud no puede seguir siendo un acto simbólico.

Tiene que doler, tiene que mover, tiene que transformar. Esto no se resuelve con otro foro, otra foto, otro hashtag.

Se necesita: Actas públicas y seguimiento real del Concejo y la Personería. Con metas claras, firmadas y cumplidas, con presupuesto visible, agenda digna. Y sobre todo, respeto. Respeto por los jóvenes. No por sus votos, sino por sus ideas.

A quienes votaron: gracias por creer.

A quienes no votaron: también hay que escucharlos, porque la decepción también habla.

Y a quienes salieron elegidos: no les estamos pidiendo que sean perfectos. Les estamos pidiendo que sean coherentes.

Porque no podemos seguir votando jóvenes para terminar escuchando comunicados viejos.

Y si de verdad queremos cambiar esta historia, hay que fortalecer el Estatuto de Ciudadanía Juvenil y garantizar que tengan voz, voto y poder.

Los Consejos de Juventud no pueden seguir siendo decorativos: deben tener propuesta, veeduría y dientes.

Y como sociedad, debemos acompañar a nuestros jóvenes para que se mantengan activos, libres y críticos. Porque si ellos se rinden, Neiva seguirá repitiendo la historia.

Cuando la juventud no vota… es porque ya botó la esperanza. Y que no vengan a culparlos: los adultos les fallamos primero.

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