Es risible el estilo que están utilizando algunos ministros y jefes de las dependencias del Alto gobierno, de renunciar a las visas norteamericanas en solidaridad con la decisión del gobierno estadounidense de suspender la visa al presidente de la República Gustavo Petro Urrego, por la forma inamistosa y anti diplomática del primer mandatario de los colombianos de emitir juicios de valor a través de un megáfono en una calle de Nueva York, incitando a la violencia e invitar al ejército de las Estados Unidos para que no atiendan las órdenes del presidente Donald Trump. Lo anterior, es considerado por la opinión pública internacional, como una actitud irresponsable para ofender a un país aliado desde hace más de 200 años, y sobre para incitar a sus militares a una sedición, algo nunca visto en el país del Tío Sam. Es una provocación netamente populista, que se ha convertido en un hazmerreir del pueblo estadounidense. Y como si fuera poco, la escalada de renuncias de algunos ministros y candidatos presidenciales a sus visas es considerado como un sentimiento de lambonería de sus funcionarios con el jefe de Estado. Las implicaciones de este hecho politiquero, representa para la sociedad colombiana una afrenta para las relaciones comerciales con los Estados Unidos.
Otro hecho cantinflesco propiciado por el presidente Petro, es la convocatoria para conformar un ejército de colombianos para ir a defender el pueblo de Gaza de la agresión de Israel, inclusive que el mismo jefe del ejecutivo iría a empuñar las armas. Hasta el momento, nadie le ha seguido con esta idea extraterrestre, ni los mismos integrantes del gabinete ministerial, se han atrevido a empuñar las armas para desplazarse a estos territorios que se encuentran en conflicto desde hace décadas, mientras al interior del país, ha venido debilitando progresivamente a los organismos de seguridad, ocasionando un avance exponencial de la violencia en algunas regiones de Colombia.
Y otra expresión presidencial, que es considerado desesperada, es la propuesta interplanetaria de ordenar al ejército y a la fuerza pública de integrarse a las fuerzas militares de Venezuela, que se encuentran asustadas y relegadas ante la inminente invasión militar del aparato militar del primer pais más potente del planeta. Ningún integrante de los organismos del Estado ha atendido esta orden presidencial, ante la una eventual intervención norteamericana para extraer al dictador Nicolás Maduro Moro y a sus comilitones. Están supremamente asustados y desorientados, lo cual está siendo aprovechado por las organizaciones narcoterroristas que están haciendo de las suyas. Ni la orden presidencial de terminar de manera unilateral del TLC con los Estados Unidos, se puede cumplir sin el consentimiento de las partes y del Congreso de los Estados Unidos y que tienen en jaque a la dinámica productiva del país, por los efectos nefastos que se puedan presentar. Es un caos gubernamental.







