Mañana el mundo católico celebra con mucho fervor y alegría la noche de las velitas, donde las viviendas, avenidas y calles de Colombia se iluminarán con miles de velas y luces multicolores, en medio de un gran ambiente de fiesta. Esta tradición se conoce popularmente como la noche iluminada por velitas, que se ha convertido en el festejo en honor a la Inmaculada Concepción de la Virgen María. En Colombia, desde 1854, se marca el inicio de las festividades navideñas. Por tal motivo, la celebraremos, correspondiendo a una de las festividades más tradicionales que tiene el país, para rendir homenaje al dogma de la madre del Niño Dios. En la mayoría de los hogares colombianos, se encenderán los faroles, las velas y se inaugurarán los alumbrados públicos en las principales ciudades de Colombia. Enarbolaremos las creencias religiosas, que nos deben permitir superar todas las dificultades y diferencias que tengamos en nuestros hogares. Hoy la sociedad católica celebrará con mucho fervor y alegría este magno acontecimiento.
Con ello, se inicia el periodo más importante para las familias, que permite nuevamente el proceso de integración de sus miembros, para preparar todo lo concerniente a la navidad y a la despedida del año que termina. Para ello es importante que los padres de familia tengan presente las recomendaciones que emanan de los organismos de socorro con el fin de evitar accidentes caseros con la pólvora, que pueden ocasionar lesiones a los menores de edad por quemaduras. En muchas ocasiones las personas adultas patrocinan esta irracional práctica que puede conducir a generar procesos de carácter penal y pecuniario, por permitir la utilización de estos artefactos que a simple vista parecen inofensivos, pero el uso inadecuado de los juegos pirotécnicos, sobre todo en adolescentes y niños pueden crear dificultades y tristezas mayúsculas al interior de las unidades familiares. En ese sentido, es inevitable volver sobre el uso de la pólvora, en el que vale insistir una y mil veces, con tal de que haya conciencia entre los adultos y se evite esa tragedia absurda y dolorosa de ver a los menores quemados.
Sin duda, es un periodo espiritual, fiestero y comercial, por supuesto, pero que cambia los ánimos y, por tanto, es esperado por chicos y grandes. Lo ideal es que el regocijo y la alegría no desborden la prudencia. Que sea, de verdad, una festividad navideña para el grato recuerdo, en especial de los niños. En Neiva y en algunos municipios del departamento, se lograron establecer convenios interadministrativos con la Electrificadora del Huila, para que se diseñaran y se instalaran los alumbrados públicos en algunos sitios estratégicos, donde la ciudadanía podrá disfrutar de estos arreglos luminosos, que contribuirán al sano esparcimiento de los huilenses.







