En una intervención cargada de visión, sin protagonismos innecesarios y dejando de lado los logros alcanzados por la Federación Nacional de Cafeteros, Germán Alberto Bahamón —huilense, más opita que el asado y la Mistela y líder con visión nacional— compartió su mirada estratégica sobre las oportunidades del sector agrícola, enfocándose en dos productos clave: el café y el cacao. Habló con claridad de retos, oportunidades y necesidades urgentes, pero también de una visión de largo plazo para un territorio que necesita seguridad física para sus habitantes, y seguridad jurídica para su desarrollo económico.
Un completo acierto fue el foro «Huila Territorio de Oportunidades» sobre las potencialidades del departamento del Huila, realizado en el marco de la conmemoración de los 120 años de su creación como departamento.
Más allá del contenido de su intervención, lo que resalto es su estilo de liderazgo: firme, técnico, sin estridencias, pero con una profunda capacidad de convocar, de integrar visiones y de construir consensos. Germán Bahamón lidera con hechos y no con discursos. Es el tipo de dirigente que conecta la estrategia con la acción, que entiende el territorio desde su raíz y proyecta soluciones desde el conocimiento, no desde la improvisación.
Esta columna no busca repetir lo dicho en el foro, sino hacer memoria de lo que pudo ser y no fue: la propuesta de gobierno que Bahamón presentó en las elecciones de 2015. Aquella donde, movido por el amor a su ciudad natal, renunció temporalmente a sus metas profesionales para ofrecer una visión de ciudad moderna, digna del siglo XXI.
Aún recuerdo, como si fuera ayer, las trece propuestas que tenía para Neiva: las cámaras de seguridad —que diez años después siguen sin instalarse—; el transporte multimodal, con la propuesta audaz de usar el río Magdalena para conectar norte, centro y sur, que hoy es apenas un recuerdo entre deudas y promesas rotas del SETP; la promesa de 100 kilómetros de vías pavimentadas, que contrasta con la realidad de una ciudad lunar, llena de huecos y parches. Ya entonces hablaba de agroindustria, con la misma convicción con la que hoy lidera desde la Federación de Cafeteros. Seguro él sí hubiera logrado unirnos y avanzar como ciudad.
Y aquí la reflexión de fondo: ¿Qué virtudes deberíamos valorar realmente los neivanos al escoger a nuestros alcaldes, gobernadores y congresistas? ¿No deberíamos privilegiar el carácter técnico, la visión de largo plazo, la integridad personal y la capacidad de ejecución demostrada? Mientras sigamos votando por la simpatía, el carisma, los sueños de trabajo, las maquinarias y el populismo, seguiremos perdiendo oportunidades como la que representaba Germán Bahamón: un liderazgo con raíces en el territorio, pero con cabeza en el futuro. El precio de no elegir bien se paga en abandono, improvisación y retroceso. Salga a la calle y vea cómo está Neiva hoy 10 años después.
Pero que quede claro: Germán Bahamón hoy no está para ser alcalde, ni este texto pretende hacer un lanzamiento a nada. Él ya es un referente de liderazgo que une al país. Es un huilense que ha demostrado que se puede pensar en lo público con la exigencia y la eficiencia del mundo privado. Este es, sencillamente, un reconocimiento a una de las mejores cartas profesionales del Huila en la actualidad. Y como tal, debemos protegerla, inspirarnos en ella y aprender de su ejemplo.
Mientras Germán Bahamón sigue cosechando éxitos profesionales, posicionando al café colombiano en el mundo y demostrando que sí es posible liderar con integridad y resultados, Neiva continúa secuestrada por administraciones mediocres, incapaces de pensar a futuro.
Nos perdimos un alcalde, sí. Pero más que eso, nos perdimos una oportunidad histórica de transformar la ciudad con un liderazgo sereno, profesional y profundamente conectado con el territorio.
Hoy, más que nunca, queda claro que en Neiva no siempre votamos por los buenos líderes. Votamos por las mismas prácticas de atraso que diez años después nos siguen condenando al estancamiento y deterioro de nuestro amado «principado».
