AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Ha partido hacia la eternidad nuestro amigo escritor LEONTE MUÑOZ PERDOMO, y en su momento solo se nos vino a la memoria, su afecto, su solidaridad, su entrega y su don de gentes, todo expresado en una vida dedicada a la comunidad, como quiera que durante los últimos años, fue un veedor y difusor de la problemática que se vivía en el interior de los pescadores y habitantes que fueron desalojados y expulsados de la región, por la construcción de la Represa El Quimbo, en el centro del Departamento del Huila.
Y fue la literatura el gran faro que nos acercó y nos permitió conocer su pluma, su identidad reflejada en la forma de transcribir o plantear hechos que hacían parte, por un lado, de su evocación con el trabajo al cual prestó sus servicios en la Policía Nacional y en los procesos de investigación judicial, para posteriormente reflejarlos en su obra “La verdad escondida”, donde relata gran parte de lo que fue su experiencia y sus vivencias como agente de la policía y de investigador judicial, desarrolladas como funcionario público, a las cuales sumó su vivencia y a las variadas forma de recrearnos con su pluma, acontecimientos que hacen parte de nuestra historia regional.
Ya lo había dicho en otro texto publicado en estas columnas, cuando advertíamos que LEONTE MUÑOZ PERDOMO, “Había tenido la convicción desde su infancia, que los ríos en su inmensidad eran capaces de devorar las estrellas que se reflejaban en sus aguas, sin importar la turbulencia de las mismas o la forma como se venía a cantaros cuanto se convertían en olas gigantes que aprisionaban contra sus propias aguas correntosas, ese mundo mágico que surcaba los cielos.”, todo ello, cuando hicimos presentación de una de su novela prima.
Conoció de cerca el dolor y la tragedia de sus gentes, se fue compenetrando con el servicio social y nunca dejó de expresar y convencerse de la necesidad de establecer vínculos directos con las comunidades, todo ello, a un precio que nunca le podremos agradecer, más allá de llevarlo en la memoria y recordarlo para siempre, como el amigo, el pescador solidario, que defendió con creces y con su propio patrimonio, al gremio que terminó por enseñarle el secreto del río y de los peces trasegando las riberas de las fuentes de agua que frecuentaba.
Como no evocar y traer de nuevo el comentario que encontramos al final del libro, “Los Peces no comen estrellas”, que escribiera el escritor y editor Esmir Garcés Q.:
“Hay libros que muerden; incluso, dan un mazazo en la cabeza, como lo refiere Kafka, pero existen otros que despiertan la vida. Al parecer, este sería el destino que nos acoge la novela “Los peces no comen estrellas”, de Leonte Muñoz Perdomo. Obra literaria que desentraña la vida de un pescador y la de su hijo en las riberas del río Magdalena; personajes que representan a los centenares de pescadores que fueron afectados por la construcción de las represas, poniendo en peligro no sólo la seguridad alimentaria de sus familias, sino la desaparición de saberes y tradiciones que existían alrededor de este oficio artesanal.”
Quedó pendiente de publicarse su obra: “TEMPESTADES – LA VIOLENCIA COLOMBIANA”, como obra póstuma a realizarse con el concurso de Esmir Garcés Quiacha, y con el apoyo de CUATROTABLAS y de los amigos del centro del Departamento del Huila, para reflejar los documentos sobre procesos de paz en Colombia, que desde ya recordamos estudiar y releer, dado que nos lleva a pregonar que el destino de todo proceso de paz, solamente podrá darnos una luz de esperanza, el día en el que sea la misma sociedad civil colombiana, la que demande y exija su refrendación, ya que mientras sea el Estado el protagonista, todo será una burla y un proceso fallido.








