Lo que hace unas semanas parecía una confrontación irreconciliable entre dos de los rostros más visibles del gobierno de Gustavo Petro, cambió de tono.
La canciller Laura Sarabia y el ministro del Interior Armando Benedetti se saludaron con abrazo y beso en la mejilla durante su encuentro en la 59ª Convención Bancaria, celebrada en el Centro de Convenciones Julio César Turbay.
El momento, que no pasó desapercibido para asistentes y medios de comunicación, marcó lo que parece ser el cierre de una etapa de fuertes tensiones públicas entre ambos funcionarios, que incluyó acusaciones delicadas y señalamientos judiciales.
De la confrontación al acercamiento
La relación entre Benedetti y Sarabia se deterioró notablemente desde febrero de este año, cuando Benedetti fue nombrado jefe de Despacho presidencial y luego designado ministro del Interior. Según versiones periodísticas, ese nombramiento revivió antiguas disputas internas. Las tensiones llegaron a su punto más álgido el pasado 30 de abril, cuando Sarabia acudió a la Fiscalía General de la Nación con una serie de documentos con los que anunciaba su intención de declarar en contra de Benedetti, acusándolo de presunto enriquecimiento ilícito y violencia de género, entre otros delitos.
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Sin embargo, tras semanas de distancia y ruido mediático, un canal de diálogo se abrió. De acuerdo con la revista Cambio, fue la propia canciller quien tomó la iniciativa. Preocupada por la imagen de división al interior del Ejecutivo, habría contactado a Benedetti para proponerle un acuerdo de paz política, reconociendo que las disputas internas solo fortalecían el discurso de los sectores opositores al gobierno.
El gesto de reconciliación se habría empezado a tejer dos semanas antes de la convención, y se selló este jueves con un saludo afectuoso frente a políticos, empresarios y medios. Según testigos, Sarabia incluso llegó anticipadamente al recinto para escuchar la intervención del ministro durante el congreso de Asobancaria, lo que fue interpretado como una señal de voluntad política.
Aunque el abrazo no borra los antecedentes ni las investigaciones en curso, sí deja ver un cambio de tono en una relación que había escalado a niveles judiciales y mediáticos.
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