Carlos Yepes A.
El legado doctrinal de un Papa resulta ser siempre muy poderoso y trascendental. Las encíclicas son de por sí la herramienta más poderosa quizá para dejar una huella. Son documentos solemnes que los dirige el Papa no solo a los obispos o fieles católicos, sino a toda la humanidad, en ellos se reflexiona sobre la fé, la moral y la justicia social principalmente.
En el transcurso de su pontificado, Francisco escribió cuatro encíclicas: Lumen Fidei (2013), Laudato Si’ (2015), Fratelli Tutti (2020) y Dilexit Nos (2024). En ellas refleja su compromiso con el mundo contemporáneo y deja un claro testimonio de la profundidad de su pensamiento. Dentro de éstas, una es reconocida como la más influyente: Laudato Si, trata sobre el cuidado de la casa común, marcó un antes y un después en la reflexión ambiental.
Nos propone una “ecología integral” vinculando la defensa al medio ambiente con la dignidad humana y la justicia social. Habla sobre la contaminación, el cambio climático, el deterioro de la vida urbana, la pérdida de biodiversidad y la inequidad en el planeta. Nos brinda un diagnóstico pero orienta una ruta ética y espiritual que invita a una “conversión ecológica” a ver el mundo como un don compartido y no como una propiedad explotable.
Un pasaje muy poderoso del documento y tal vez el menos citado es en el cual propone un nuevo modelo de desarrollo en el que la economía y la política se reconcilien y se orienten hacia un servicio de la “vida”. Denuncia el Papa que el sistema financiero, sometido por el afán de lucro se presenta incapaz para corregir sus excesos.
De otra parte, hace referencia a que los “costos ambientales y sociales no pueden seguir siendo externalizados ni asumidos por los más pobres o por generaciones futuras”. Realza la necesidad de transitar hacia una economía real que “diversifique la producción, fortalezca a las pequeñas y medianas empresas, promueva empleos dignos y respete los ritmos de la naturaleza”. De esta manera invita a repensar el progreso desde la sostenibilidad, la creatividad y la justicia intergeneracional.
Desde regiones como el Huila, donde la naturaleza y el desarrollo deben convivir en armonía, esta encíclica nos debe hacer reflexionar en el sentido de que “lo que le hacemos a la tierra se lo hacemos también a los pobres, y que la indiferencia ecológica es inseparable de la exclusión social”. “Todo está conectado”, repite el Papa en sus páginas, subrayando que “no hay justicia sin respeto a la naturaleza, ni futuro sin un cambio de rumbo”.
En conclusión, su principal encíclica Laudato Si’, se constituye en un llamado universal, ha sido estudiado por las Naciones Unidas, citado por científicos y nos debe invitar a todos, creyentes o no, a repensar nuestra forma de habitar en este planeta, en palabras del sumo pontífice “ aún estamos a tiempo de construir juntos nuestra casa común. Pero ese tiempo, advierte, es ahora”.
A nuestro papa: Paz en su tumba y gracias por su enorme legado.
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