Transitar por las vías de la capital del departamento del Huila, se ha convertido en una verdadera tortura por los centenares de huecos que actualmente presentan las calles de esta ciudad. Son centenares de daños que se presentan en los vehículos y motos que circulan, porque los conductores se ven abocados a coger dichas troneras que afectan a sus vehículos y velocípedos y en muchas ocasiones son los causantes de los múltiples accidentes de tránsito. Y como si fuera poco, últimamente se están presentando hundimientos en la capa asfáltica en algunos sectores de la ciudad, producto del deterioro de la tubería de alcantarillado que no ha sido reemplazada. Las tuberías que conducen las aguas servidas directamente al río Magdalena, fueron construidas hace más de 60 años, cuando esta ciudad era pequeña y tenía una población de 60 mil habitantes. Infortunadamente ya han cumplido su vida útil, y las anteriores administraciones locales, no le han puesto cuidado para adoptar una rehabilitación total de éstas.
Apenas, algunos alcaldes, han recuperado algunos tramos, incluidas las redes de acueducto. Las administraciones pretéritas no han tenido una verdadera prospectiva de desarrollo para la ciudad. Son acciones puntuales, que no se compadecen con el crecimiento urbanístico que ha tenido la ciudad durante las últimas cinco décadas. Actualmente superamos los 400 mil habitantes. Y como si fuera poco, tenemos deficiencias presupuestales para encarar esta problemática. Los hundimientos de la capa asfáltica se están aumentando, lo cual está generando serias preocupaciones a la actual administración municipal, que no encuentra los apoyos financieros de las instancias nacionales y los recaudos propios, no le permiten desarrollar esta clase de inversiones estratégicas para superar estas problemáticas. Pero los sacrificios en la movilidad no pueden ser eternos. Se debe ser más creativos e innovadores para dar soluciones de alto impacto a la sociedad neivana.
En Neiva se observa como viene creciendo el descontento de los conductores de vehículos particulares y de servicio público, al igual que los motociclistas que diariamente circulan por las vías urbanas. Igualmente, con la llegada de las lluvias, se convierten en una trampa mortal parala ciudadanía, que no encuentran arreglos a estas troneras, provocando serios riesgos a la supervivencia de las personas que circulan por estas rutas deterioradas. Igualmente aumentan los riesgos cuando ocurren accidentes mortales, porque los familiares afectados por el fallecimiento de sus parientes demandan civil y penalmente a la administración municipal, en cabeza de su representante legal, junto con los funcionarios encargados de mantener bien arregladas las rutas urbanas. Ya hay demandas judiciales, de los casos ocurridos recientemente, durante el presente cuatrienio. Es importante que se adopten políticas públicas agresivas para tapar transitoriamente las troneras en las vías. Es mejorar prevenir que curar. El peligro es latente, y no se pueden minimizar los riesgos.
