Álvaro Hernando Cardona González
El pasado 1 de mayo se cumplió otro año de la violenta partida de Héctor Polanía Sánchez, don Héctor, senador Polanía o «hermano Pola». Un hombre prolífico en lo personal y político; un hombre valiente y estoico (todos los valientes lo son); alguien que, tal vez sin saberlo, hizo premoniciones respecto a muchas cosas: el desarrollo del Huila, y sobre el empoderamiento de los delincuentes, la violencia a la que rinden culto y el deterioro del Estado colombiano por cuenta del aplazamiento de la Justicia.
Cuando asesinaron los delincuentes de las Farc a don Héctor, las semanas siguientes escribimos sobre su vida y legado dos columnas los días 12 y 19 de mayo publicadas en este diario, y aunque posteriormente, varias veces lo hemos mencionado y realizado homenajes, especialmente por su prolífica labor como Gobernador durante el período del presidente Misael Pastrana Borrero, es justo hacerlo nuevamente. El Huila le debe en exceso.
Copiamos algunas particularidades escritas entonces: “Pola no requería de personas a su alrededor, escoltas, bulla o parafernalias que lo acompañaran para hacerse sentir”, como ahora pareciera que es una necesidad de quienes se creen importantes; “nunca le conoció vanidad alguna más allá de su certeza de saberse importante, respetado y cultísimo”, vaya si notamos la ignorancia de la mayoría de los gobernantes actuales, saben mucho sobre los intríngulis electorales, pero casi nada sobre cómo gobernar y resolver los problemas públicos; “todos los políticos y aprendices, todos los artistas de valor y valores públicos lo visitaban, lo consideraban y lo consultaban”, ciertamente forjó su personalidad para ser un referente.
Dejamos aparte esta mención: “Y se fue como quería, dando ejemplo de firmeza y heroísmo frente al delito y el delincuente”. Recientemente el periodista laboyano Melquisedec Torres resaltaba cómo don Héctor fue a hablar con los criminales de las Farc para decirles de frente porqué no estaba de acuerdo con las negociaciones de sus delitos con el gobierno de aquél entonces. Y fue premonitorio, porque entre otras cosas entendía que hacerlo creaba un antecedente de estímulo del delito y cómo eso afectaba a la Justicia como pilar democrático. Efectivamente eso sucedió.
También fueron premonitorias sus posiciones y críticas a las corporaciones autónomas regionales, la tala de bosques, la necesidad de protección hídrica, la denudación del Macizo Colombiano, la falta de civismo de nuestras gentes, etc. Sensible como era, “el hermano Pola” también era ambientalista.
Hace 24 años los cobardes le quitaron la vida a Héctor Polanía Sánchez. Dejó premonitorias advertencias, desoídas, que nos tienen postrados como pocas veces.
