Yamid Sanabria
Nuestro departamento no es ajeno al fracaso de la política criminal en Latinoamérica, tenemos un sistema penitenciario con hacinamiento, mala salubridad y poco resocializador, lo cual incrementa la inseguridad ciudadana cuando el castigo no es lo suficientemente efectivo para reformar conductas, y por el contrario es un espacio para crear más “mañas” que valores.
El hacinamiento en los centros penitenciarios y centros transitorios es un problema que sigue en incremento, aproximadamente en Neiva (Rivera) es del 48,5% sobre capacidad estructural; en Pitalito 51,8%; en La Plata 19,7%; en Garzón 10,6%; mientras en los centros transitorios es más grave la situación como en las Bodegas de Alpina que han alcanzado el 185% de hacinamiento y el CAI Barrio Bogotá – Mujeres con un 167% de hacinamiento; una situación que supera la capacidad institucional y preocupa a las autoridades porque las cárceles no dan abasto.
Otro problema son las enfermedades transmisibles tales como VIH, sífilis, hepatitis B y C, tuberculosis, entre otras; que se pueden dar entre prisioneros o personas que visitan las instalaciones, siendo un problema de salud pública que según la Organización Panamericana de la Salud – OPS están en incremento en toda la región, y ni que decir que los problemas asociados con la salud mental en condiciones deplorables.
Sumado a estos problemas internos, muchos sectores de la sociedad cuestionan el tiempo que pasan estas personas sin buscar resarcir sus daños, es decir comer y dormir no son efectos reparadores, el trabajo debería ser la herramienta que ayude a la dignificación humana durante el pago de la condena y de paso preparar su salida con un conocimiento que les permitan rehacer sus vidas. Pero hoy la realidad parece ser otra.
El reconocido humorista “Pato Velázquez” hizo una visita a la cárcel de Rivera como actividad social de esparcimiento, en ella manifestó “desde la cárcel me quieren mucho, porque cada nada me llaman… para decirme que me gané un millón o me tienen secuestrada una hermana…”, algo que generó risa y a la vez evidencia una grave realidad, las cárceles son “universidades” del delito donde la estorción, la estafa, el hostigamiento, el consumo y tráfico de estupefacientes, entre otros, son las actividades donde mayor se invierte el tiempo.
Finalmente, la Ley 2446 denominada política pública de cárceles productivas parece ser una alternativa para que las empresas reciban beneficios al emplear esta población carcelaria; mientras por otro lado, algunos candidatos presidenciales anuncian la creación de mega cárceles al estilo del Salvador para reformar a los presos. Sin duda la mano dura es necesaria, pero no basta sin la prevención del delito, eso nos ahorraría mucho dinero público y la tristeza de miles de familias afectadas.
