Nuevamente el gobierno nacional lanza otra cortina de humo, para desviar la atención sobre la profunda crisis social, económica y política que están soportando las familias colombianas por la incapacidad gubernamental de manejar los asuntos de Estado. Ayer se conoció el documento firmado por Colombia y Venezuela para la conformación de una «Zona de Paz, Unión y Desarrollo Binacional» en la frontera. Según el texto, no crea obligaciones vinculantes; las partes coordinarán la articulación en temas relacionados con cultura, educación, comercio, turismo y «cualquier otro que tengan a bien designar». En estas expresiones, se demuestra que tiene intrínseco, un veneno que va en contra de la soberanía nacional, porque el primer mandatario de los colombianos le entrega al dictador Nicolas Maduro un eventual dominio territorio de los departamentos de Norte de Santander, Guajira y Sucre, así los áulicos del ejecutivo afirmen lo contrario. Todavía se desconoce las intenciones que tiene para establecer estos acuerdos binacionales, sobre temas de relaciones comerciales, que ya están previamente establecidos desde lustros anteriores. Es absurdo que se pretenda implementar esta zona binacional, sin tener encuenta a las autoridades regionales de estos enteres territoriales y sin tener en cuenta la aprobación del Congreso de la República y el visto bueno de la Corte Constitucional.
El primer mandatario sigue con sus pretensiones de buscar los mecanismos legales para volverse un dictador, así lo siga negando, pero que sus ministros lo sigan impulsando. Infortunadamente, no ha encontrado el camino expedito para lograr esta maquiavélica intención. La actual coyuntura política y social, que presenta la sociedad colombiana, no se lo va a permitir. La misma Carta política del país, prohíbe tajantemente la reelección presidencial. Por tal motivo, para muchos expertos afirman, que dichas estrategias forman parte de los desesperados intentos para lograr su permanencia en la presidencia de la República. Algo insólito, porque incorpora en esta zona, los estados de Zulia y Táchira, los cual presentan indicadores de pobreza que superan el 80%. La teoría del desarrollo plantea que un país, debe buscar alianzas estratégicas con otros, más desarrollados. No con pobres. Nuestros ancestros nos enseñaban que siempre debíamos arrimarnos a un árbol frondoso que nos diera buena sombra. Así lo hacen las grandes organizaciones empresariales.
Es una improvisación gubernamental, porque no se conocen los términos de esta integración, los costos sociales, económicos y políticos para Colombia. No se tiene definida una agenda binacional. No se ha concertado con todos los actores de la opinión pública del país. Es absurdo que unos activistas ineptos y mediocres, que están vinculados en el alto gobierno, hayan sido designados para definir el futuro de las relaciones con el país vecino. Inclusive ha sido considerado un gobierno ilegitimo por los fraudes que se demostraron en el contexto internacional, para que se continuara la dictadura de Maduro.
