En Villavieja, la familia Cárcamo recibió los restos de José Gregorio, desaparecido en 2006 en Pitalito, tras casi dos décadas de incertidumbre. La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas acompañó este proceso humanitario que da un respiro a sus seres queridos.
DIARIO DEL HUILA, ESPECIALES
El Cementerio Central de Villavieja fue el escenario donde, después de 19 años de angustia, la familia de José Gregorio Cárcamo Vargas pudo cerrar un ciclo de dolor marcado por la ausencia y las preguntas sin respuesta. La Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas (UBPD) acompañó este acto de entrega digna que permitió a sus hijos y esposa reencontrarse con la verdad, en un espacio íntimo cargado de memoria y resiliencia.
José Gregorio desapareció en Pitalito, al sur del Huila, en 2006, en medio de las tensiones del conflicto armado. Su historia refleja la de miles de familias que, entre desplazamientos forzados, miedo e incertidumbre, han debido sobrevivir a la violencia que marcó sus vidas. Hoy, casi dos décadas después, su familia al fin tiene un lugar donde honrar su recuerdo.
Una vida truncada por la violencia
La familia Cárcamo había llegado a Pitalito en julio de 2006, tras huir de Flandes, Tolima, buscando escapar del acecho de la guerra. Allí, con coraje y esperanza, José Gregorio intentó forjar un nuevo comienzo para su esposa Yonaira Murcia y sus hijos pequeños, entre ellos José Ricardo, un bebé recién nacido, y las niñas Lorena y María Isabel.
En la plaza del municipio encontró sustento como cotero y en oficios varios, sosteniendo a su familia con esfuerzo y dedicación. Sin embargo, apenas cuatro meses después de su llegada, desapareció tras recibir una supuesta oferta laboral. Desde entonces, su esposa emprendió una incansable búsqueda en instituciones, hospitales y cementerios. Aunque días después fue informada de su muerte, nunca hubo certeza sobre dónde estaba ni si el cuerpo correspondía realmente a él.
La verdad que llega con el tiempo
La intervención de la UBPD en el cementerio San Antonio de Padua, en Pitalito, permitió que en septiembre de 2025 se confirmara su plena identificación. El proceso se realizó en articulación con el Instituto Nacional de Medicina Legal, la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y organizaciones como el Observatorio Surcolombiano de Derechos Humanos (OBSURDH).
Esta labor se enmarca dentro del Plan Regional de Búsqueda del Sur del Huila y hace parte del macrocaso 03 de la JEP, que investiga ejecuciones extrajudiciales y desapariciones ocurridas en este territorio.
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«Es algo que nos marcó de por vida, pero nos va a traer alivio, descanso, mucha tranquilidad. Saber dónde llorarle y dónde lo podemos encontrar. Ha sido un proceso doloroso que hemos sabido sobrellevar. José Gregorio era mi todo, un papá ejemplar, una persona que no se metía con nadie… Me gustaría devolver el tiempo para que él estuviera orgulloso de mí», expresó su hija, Lorena Conde, en medio de la despedida.
Un trabajo humanitario que avanza
El coordinador de la UBPD en el Huila, Diego Fernando Sevilla Cortés, explicó que desde la recuperación de José Gregorio se garantizó la participación activa de la familia en cada fase. También destacó la cooperación interinstitucional que permitió concretar esta entrega digna.
En este mismo cementerio, la UBPD completó su segunda fase de intervención humanitaria, con la recuperación de 40 cuerpos. Cuatro de ellos ya fueron entregados a familias de Huila, Caquetá, Cesar y Cauca, contribuyendo a aliviar el dolor de quienes han sufrido la desaparición de sus seres queridos.
En el Huila, el universo de personas reportadas como desaparecidas supera las 1.500, una cifra que refleja la magnitud de la tragedia y la urgencia de continuar con la labor de búsqueda e identificación.
La memoria como acto de justicia
La entrega digna de José Gregorio no solo representa un alivio para su familia, sino también un recordatorio de que el derecho a la verdad es una deuda histórica con miles de víctimas. La UBPD insiste en que este trabajo humanitario y extrajudicial necesita de la colaboración de las comunidades y de quienes tengan información que pueda ayudar a encontrar a más desaparecidos.
La entidad reitera que las líneas de atención permanecen abiertas para quienes buscan a sus seres queridos: 3162783918 (nacional), 3160174564 (Huila) y 018000-117175 (línea gratuita nacional).
El caso de José Gregorio Cárcamo se convierte en un símbolo de la esperanza que se mantiene viva a pesar del dolor. Su familia, que esperó 19 años por respuestas, ahora tiene un lugar donde llorar, recordar y, sobre todo, dignificar la vida de quien fue un esposo, un padre ejemplar y una víctima de la violencia que aún marca a Colombia.

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