Por: Carlos Tobar
Yo no sé ustedes, pero a mí me mandaban todos los días a hacer mandados a la tienda de la esquina: “Vaya donde la mona y pida 2 tomates, un ramo de cebolla larga, 6 huevos, 5 pastillas de chocolate, pan y biscocho”, ordenaba mi mamá y había que cumplir el ucase. Así muchas veces se rompiera un huevo o arrastrara el pan.
Esos cuadros costumbristas donde la tienda de barrio es uno de los ejes sociales de nuestras ciudades, pueblos o veredas, es parte de la idiosincrasia nacional. En ellas no solo nos aprovisionamos de lo urgente o lo necesario, sino que nos enteramos de los intríngulis del vecindario: quién está enfermo, quién sufrió un accidente, dónde estudia o trabaja fulanito o fulanita, si es buen estudiante o no, en qué trabaja…
La tienda de barrio es, además una de las fortalezas del sistema de comercialización de alimentos, bienes e incluso servicios. Es tan importante que se estima en un 45% el volumen de mercancías que llegan al consumidor final a través de él.
No hay una empresa productora de alimentos que no atienda este canal de manera especializada. Decenas de vehículos de todo tipo de productos de consumo diario, semanal o mensual tocan a las puertas de las tiendas barriales o veredales. En la comercialización de productos perecederos es también un punto de aprovisionamiento de gran importancia.
En el país se estima que hay más de 450.000 establecimientos comerciales de estas características. Generan cerca de 1, 7 millones de empleos. Según Fenalco, esta es “la radiografía del tendero en Colombia: la edad promedio es de 43,4 años, el 52 por ciento de los negocios son administrados por mujeres y a mayor edad del tendero, menor nivel de ingresos.”
“El 95,7% de las tiendas están ubicadas en estratos 1, 2 y 3, en el estrato 1, está el 40,8 por ciento, en estrato2, está el 41,6 por ciento y en el estrato 3 está el 13,2 por ciento, estos datos reflejan la importancia de la tienda de barrio como motor de empleo, inclusión social y sostenibilidad del consumo en comunidades populares».
No obstante su importancia y extensión geográfica, el gremio de los tenderos es en gran parte una actividad informal. No hay una política seria e integral del gobierno para atender, promover y desarrollar un sector tan importante de la comercialización de bienes y servicios, especialmente alimentos.
Su desarrollo y permanencia reciente es producto más del ingenio y capacidad de trabajo de millares de familias que con tesón y creatividad han convertido a esta forma de comercio minorista en una alternativa preferida por el consumidor final.
A pesar de la fuerte competencia de modernas cadenas minoristas la tienda se mantiene incólume porque tiene unas ventajas insuperables: la calidad de la atención y el crédito.
El pasado domingo se celebró el día nacional del tendero: larga vida a las tiendas de barrio y un reconocimiento ciudadano a una actividad que hace parte de nuestro ethos nacional.
Neiva, 01 de septiembre de 2025
