Yamid Sanabria
Hace una semana recibí un mensaje de una estudiante de periodismo que en algún momento me realizó una entrevista en el marco de la política pública de salud mental (que por cierto fue hundida hace unos días en el Concejo de Neiva en segundo debate), en dicho escrito me solicitaba orientación para ingresar a su hermana al sistema de salud por un problema relacionado, y recordó algunas indicaciones de aquella conversación; quienes hemos sido cuidadores valoramos la importancia de estar bien informados.
Existen tres problemas estructurales del sistema de salud: el acceso, la atención y el seguimiento oportuno; el primero parte desde la llamada para otorgar la cita, que debe ser exigida directamente al psicólogo y no pasar por medicina general, en el marco del cumplimiento de la nueva Ley 2460 del 2025, entre otras normas relacionadas; pero lamentablemente existe ignorancia por parte del call center que agenda o una doble intención de la eps para impedir el trámite eficiente, ¿con qué finalidad?, algunos manifiestan que por falta de profesionales, es decir psicólogos clínicos o por facturar un poco más, en todos los casos colocan en riesgo vidas.
La fecha en que solicitó la cita la hermana de la periodista fue el 30 de julio y le fue asignada para el 20 de agosto, es decir, 21 días para lograr una atención psicológica de una persona que requiere ayuda; imaginemos a las personas que tienen ideas suicidas o están agobiadas por la somatización de síntomas como gastritis, migraña, apnea del sueño, dolores lumbares, entre otros; esperar todos estos días se convierte en un tormento personal y familiar.
Ahora bien, llegan a la cita con el psicólogo clínico y resulta que el tiempo de duración son 20 minutos, de los cuales 5 son tomar datos y 15 minutos para brindar una atención a alguien que requiere primero “romper el hielo” para reconocer su problema, crear confianza y adelantar un proceso que le resulte valioso para que regrese. No soy partidario de acabar de un decretazo el sistema de salud, pero estas condiciones paupérrimas merecen una transición de calidad. Y ni que hablar del pago por horas a estos profesionales en las EPS.
Finalmente, es importante reconocer nuestra salud mental, pero con una institucionalidad débil no podremos avanzar en condiciones integrales, territoriales y preventivas para atender enfermedades como la depresión y la ansiedad; así que la respuesta es acercar al sector privado, la academia y hacer incidencia política donde se toman las decisiones, de lo contrario la salud mental solo se quedará en un discurso compasivo.








