Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
“Leer es soñar con los ojos abiertos.” – Jorge Luis Borges
En un mundo saturado de pantallas, donde los reels o videos de 15 segundos reinan, hablar del regreso a la lectura puede sonar a romanticismo nostálgico. Pero, ¿y si no lo es? ¿Y si realmente estamos asistiendo a una silenciosa pero poderosa reconquista del libro — ese viejo amigo que parecía haber sido relegado a las estanterías polvorientas de la memoria?
Durante años, los informes advertían sobre la caída estrepitosa del hábito lector, donde el consumo exprés de contenido, la atención reducida y la multitarea digital nos alejaban del gozo profundo de una buena lectura. La Encuesta Nacional de Lectura (ENLEC) en Colombia reveló que en 2020 el promedio nacional de libros leídos por persona al año era de apenas 2.7 libros, muy por debajo de países como Chile (5.4), España (10.3) o Argentina (9); para el caso de los niños y jóvenes, la cifra era aún más preocupante, tan solo el 43% de los menores entre 5 y 11 años leía por placer.
Sin embargo, algo comenzó a cambiar en medio del caos informativo que se vive en la actualidad a causa de las redes social y el mundo digital, donde paradójicamente, es la misma era digital la que esta sirviendo como catalizadora del regreso a los libros; se empezó a tener un auge de clubes de lectura virtuales, comunidades literarias en redes sociales, “booktubers” y “booktokers” conquistando nuevas generaciones, lo que ha conllevado a un crecimiento del mercado de los audiolibros (que en América Latina aumentó más del 300% entre 2021 y 2023), y una mayor conciencia sobre la salud mental y la necesidad de “desconectarse para reconectar”, todo esto esta revitalizando el ecosistema lector; hoy en día, no solo se lee en papel, también se esta leyendo en pantallas, en auriculares, en blogs, en foros literarios, las ferias del libro han vuelto a renacer con fuerza, despertando interés por la lectura sea de manera grupal o individual, encontrando espacios para compartir, debatir, o simplemente como espacio de refugio, introspección y sentido.
En Colombia, aunque los indicadores de lectura aún tienen desafíos estructurales —especialmente en zonas rurales y en ciertas franjas de edad—, también hay luces de esperanza, con más de 2.000 clubes de lectura activos, una red de bibliotecas públicas que ha comenzado a renovarse, y nuevas editoriales que están apostando por autores locales, temas diversos y formatos accesibles, donde la lectura está dejando de ser un lujo elitista para convertirse, poco a poco, en un derecho ejercido con gusto y de transformación social.
Volver a leer es, en esencia, volver a pensar, volver a darnos tiempo, a hacernos preguntas, a detenernos en medio del vértigo. Y quizás por eso, la lectura está regresando no como una moda pasajera, sino como una necesidad existencial; porque en un mundo que grita, los libros nos susurran, y hay días en que, simplemente, uno necesita escuchar más susurros que gritos.
¿Estamos rescatando el hábito de leer? Tal vez sí. Tal vez estamos recordando que leer no es evadir el mundo, sino entenderlo mejor, y que cada página leída, en silencio o en voz alta, es un acto de fe en la humanidad.
