Por: EDWIN FERNANDO PISSO ESCALANTE
Esta semana quiero compartir con ustedes algunos pensamientos que me han rondado la cabeza, inspirados por los mensajes de un creador de contenido español, @venturascristian. Habla de lo duro que es el trabajo del campo y de lo poco que se valora. Y en cada una de esas afirmaciones, siento la carga de nuestra realidad como agricultores. En este caso, no puedo dejar de pensar en cómo cuidamos nuestro sector primario, no solo porque de ahí comemos todos, sino porque somos parte fundamental de la cadena alimentaria y de la riqueza de nuestro país.
La verdad es que estamos en medio de una tormenta. A pesar de los esfuerzos ingentes que hacemos para producir, a la hora de comercializar nuestros productos, encontramos un verdadero viacrucis. Es frustrante ver cómo el sudor de nuestro trabajo puede ser menospreciado y cómo los frutos de nuestra dedicación y esfuerzo terminan, muchas veces, en la incertidumbre de una venta que no llega. La situación de los verdaderos agropecuarios es compleja; nos sentimos como navegantes sin brújula. No hay un rumbo claro, y esto es algo que no podemos permitir que continúe así.
Las nuevas generaciones de agricultores deben entender el poder que tenemos al unirnos. Hay que dejar atrás la idea de que debemos luchar solos en nuestras pequeñas parcelas. Necesitamos crear redes de apoyo, grupos de trabajo que nos ayuden a comercializar nuestros productos de forma más efectiva y justa. Las asociaciones pueden ser una opción viable tanto para compartir recursos como para acceder a nuevos mercados. Juntos podemos encontrar formas innovadoras de mejorar nuestra producción y nuestra comercialización, buscando siempre un camino que nos lleve al bienestar colectivo.
A veces siento que los consumidores no valoran lo suficiente el esfuerzo que hace un agricultor para llevar los alimentos a sus mesas. Es un proceso que requiere tiempo, dedicación y sacrificio. Desde preparar la tierra, sembrar las semillas, cuidar cada planta, hasta llegar al momento de la cosecha. Cada etapa tiene su propio desafío y cada uno de nosotros pone su corazón y su alma en las tierras que trabajamos. Con tantos obstáculos en el camino, es cada vez más difícil encontrar un balance justo entre el costo de producción y el precio de venta. Quiero hacer un llamado a aquellos que consumen nuestros productos a que valoren más lo que comen y a que se preocupen por el bienestar de los agricultores que están detrás de cada bocado.
El mensaje de @venturascristian debe servir como un recordatorio de que nuestro trabajo merece ser reconocido y valorado. La agricultura es más que un simple oficio; es una forma de vida, una tradición, un compromiso con la tierra y con nuestra comunidad.
