Por: EDWIN FERNANDO PISSO ESCALANTE
En el marco del desarrollo económico, los países en vía de desarrollo enfrentan una serie de retos y oportunidades que pueden marcar la pauta para su crecimiento. Uno de los aspectos vitales para este proceso es el aumento de las exportaciones, las cuales no solo generan ingresos significativos, sino que también fomentan la competitividad y el desarrollo sostenible. A pesar de este potencial, los números recientes de la DIAN (Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales) revelan una realidad preocupante: en 2024, el incremento de empresas exportadoras fue apenas de 140 en comparación con el año anterior, lo que representa un escaso 1,5% de crecimiento.
Lo lógico sería esperar un aumento significativo en el número de empresas exportadoras en un país en vías de desarrollo como Colombia, donde la diversidad de recursos naturales, la biodiversidad y la mano de obra calificada son activos invaluables. Sin embargo, el hecho de que solo unas pocas empresas se hayan aventurado a expandir sus horizontes hacia mercados internacionales indica la existencia de obstáculos que impiden el progreso en este ámbito. Las limitaciones en infraestructura, la falta de acceso a financiamiento, las barreras comerciales y la ausencia de una promoción efectiva de productos nacionales en el exterior son solo algunos de los factores que podrían estar frenando la iniciativa de las empresas colombianas.
Una economía vibrante se basa en la capacidad de sus empresas para competir no solo en el mercado local, sino también en el internacional. Este es un principio fundamental de la economía globalizada en la que estamos inmersos. Las exportaciones son una manera de diversificar los ingresos de un país, haciendo que su economía sea menos vulnerable a crisis internas. El crecimiento en las exportaciones puede resultar en la creación de empleos, mejor productividad y un aumento en la innovación, elementos fundamentales para el desarrollo económico.
Un hecho alarmante que emerge de las cifras de la DIAN es que la mejora en las exportaciones no ha sido proporcional al potencial que tiene el país. Este crecimiento limitado plantea la interrogante sobre las políticas públicas implementadas hasta ahora y si realmente están alineadas con la promoción de un entorno exportador favorable. Las empresas necesitan incentivos claros para invertir en la mejora de sus procesos productivos y en la búsqueda de mercados internacionales. Esto incluye la simplificación de trámites aduaneros, la oferta de capacitación en comercio exterior y el fortalecimiento de la infraestructura logística.
Además, la promoción de productos nacionales en mercados externos requiere una estrategia diplomática robusta que fomente relaciones comerciales con otros países. Las ferias comerciales, acuerdos bilaterales y la presencia activa en redes internacionales son herramientas que deben ser utilizadas de manera más eficaz. De esta forma, las empresas colombianas pueden hacerse visibles y competitivas, y atraer la atención de compradores internacionales que buscan productos de calidad. Es crucial que las empresas colombianas se comprometan con la innovación y el desarrollo tecnológico. En un mundo cada vez más exigente, la calidad y la sostenibilidad son factores determinantes en las decisiones de compra de los consumidores. Las empresas que se adapten a estas tendencias no solo serán capaces de acceder a mercados más amplios, sino que también contribuirán a la construcción de un país que valore y promueva la producción responsable.
