La migraña se ha consolidado como una de las principales causas de discapacidad en el mundo y una de las dolencias más comunes que deteriora la calidad de vida de millones de personas. Aunque suele identificarse únicamente con un dolor intenso de cabeza, sus repercusiones abarcan la salud física, emocional y social de quienes la padecen.
De acuerdo con Mariana Gaviria, neuróloga y profesora de la Escuela de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad del Rosario, “quienes sufren de migraña tienen más riesgo de tener otras enfermedades sobre todo trastornos en el estado de ánimo, como depresión o ansiedad y otros síndromes dolorosos. Es más frecuente en mujeres, y puede presentarse en cualquier etapa de la vida. Sin embargo, es más frecuente que se presente entre los 14 y 40 años y suele mejorar durante el embarazo”.
La especialista explica que esta enfermedad surge por la combinación de varios factores: alteraciones en los vasos sanguíneos y en los nervios que transmiten el dolor, procesos inflamatorios, así como predisposición genética y condiciones del entorno.
Puede leer: ¿Se puede anticipar el dengue? Científicos dicen que sí
El síntoma central es el dolor de cabeza. Según Gaviria, “el síntoma cardinal de esta condición es el dolor de cabeza, que suele ser pulsátil y empeora con el movimiento. Se acompaña de molestia a luz, el sonido, náuseas y vómito. Los episodios de dolor sin tratamiento pueden durar desde 4 horas; sin embargo, hay personas que pueden estar con dolor incluso hasta por 72 horas”.
Los pacientes también pueden experimentar fases previas y posteriores al dolor, caracterizadas por cambios en el estado de ánimo, fatiga, aumento del apetito o dificultades para dormir. En algunos casos, un tercio de quienes la padecen presentan auras, es decir, síntomas neurológicos transitorios. “Las auras que se presentan con mayor frecuencia son síntomas visuales, como visión borrosa, el fenómeno de fortificación en el cual los pacientes describen estar viendo varias figuras en forma de zigzag y sensación de adormecimiento en alguna parte del cuerpo”, explicó la experta.
El diagnóstico de la migraña se hace a partir de la historia clínica y no requiere exámenes adicionales. Su tratamiento combina medicamentos y medidas no farmacológicas que se estructuran en cuatro pilares: cambios en el estilo de vida, identificación de desencadenantes, uso temprano de analgésicos y, en algunos casos, tratamiento preventivo.
Sobre los avances recientes, Gaviria destacó: “en los últimos años se han desarrollado nuevos tratamientos específicos para la migraña, como los anticuerpos monoclonales, que bloquean las sustancias responsables del dolor y ofrecen una alternativa más para quienes padecen esta enfermedad”.
Le puede interesar: Invima lanza alerta por falsificación de Sal de Frutas LUA Plus









