El café descafeinado existe hace más de cien años, más sin embargo, hasta hace unas décadas pasó de ser una opción carente de todo sentido, a una tendencia que se mantiene creciente entre los consumidores de café a nivel mundial. ¿Pero cómo empezó todo?
La historia del café descafeinado comienza a principios del siglo XX, cuando un comerciante alemán llamado Ludwig Roselius recibió un cargamento de café que se había empapado con el agua del mar durante su transporte. Al probar los granos, Ludwig notó con sorpresa que el sabor seguía siendo prácticamente el mismo, así que decidió comercializarlo. En las semanas siguientes recibió muchas quejas de sus clientes afirmando que los efectos estimulantes y energéticos que les generaba la bebida no estaban del todo presentes en su café.
Ludwig relacionaba la muerte de su padre con el exceso de consumo de café, y gracias a este accidente desarrolló el primer proceso comercial de descafeinización, utilizando vapor y benceno. Y así nació, hace unos 120 años Kaffee HAG, la primera marca de café descafeinado, que se conoció en Europa y Estados Unidos bajo el nombre de Sanka.
Desde ese entonces hasta hoy en día, los métodos de descafeinización han cambiado una y otra vez, y ahora se utilizan procesos más seguros para el consumidor como el Swiss Water y el uso de dióxido de carbono. Estos métodos permiten eliminar la cafeína sin comprometer el sabor del café, lo que ha impulsado la aceptación del descafeinado entre quienes desean disfrutar del café sin sus efectos estimulantes, por ejemplo, los que quieren tomarse una taza en la tarde o noche.
Es muy interesante ver cómo este producto va en línea con otras tendencias actuales, haciéndose un lugar en ámbitos como la coctelería. El Espresso Martini, uno de los cocteles tendencia del momento que mezcla café espresso, vodka y licor de café, se ha convertido en un clásico de la vida nocturna. En mi última ida a Nueva York hicimos una noche de Espresso Martinis, por supuesto con café Entorno, y aunque todo fue delicioso, nadie quiere tomarse 4 o 5 tazas de espresso a media noche. Gracias al creciente interés general en reducir el consumo de cafeína, que ha abierto las puertas a productos como el té matcha, las versiones descafeinadas están ganando popularidad ya que generan una experiencia similar quitando el riesgo de desvelarse o sufrir de taquicardia. El mismo caso sucede con las ‘coffee partys’, y esto es una muestra de que hoy en día muchas más personas se están abriendo a esta alternativa que les permite mantener el sabor y el ritual del café sin los efectos colaterales de la cafeína.
Aunque no concibo un café sin cafeína, la realidad es que el café descafeinado está dejando de ser visto como una opción incomprendida por los consumidores. La creciente aceptación que tiene este proceso demuestra que cada vez más personas buscan el equilibrio entre el disfrute de una buena taza de café y el cuidado de su salud.
Y pese a ser el café tradicional una bomba de antioxidantes y promovida como una bebida saludable por la Organización Mundial de la Salud, en un mundo donde el ritmo acelerado de la vida laboral coexiste con la necesidad del equilibrio, sobretodo en generaciones como la mía, el café descafeinado se posiciona hacia el futuro como una alternativa que llenará los espacios que nuevos hábitos de los consumidores que el café tradicional no podrá suplir.
Con el aroma de un café cargado de cafeína, los saludo,








