Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
oscartrujillo79@gmail.com
En tiempos donde las tendencias se viralizan más rápido que las raíces que siembra un árbol, hablar de lo nuestro no solo es un acto de memoria, es una necesidad urgente. El Huila no puede seguir mirando hacia afuera en busca de fórmulas de éxito, mientras descuida aquello que lo hace único, profundo y verdadero. Nuestra identidad huilense no es un adorno folklórico para las fiestas de junio; es una fuerza viva que, si la entendemos y potenciamos, puede ser el eje transformador de nuestro desarrollo.
Porque lo nuestro está en el habla cantada del opita, en la humildad de la gente del campo, en el orgullo de una madre que prepara los tamales o achiras con la receta de su abuela. Está en el abrazo del reencuentro en las fiestas patronales, en el talento del artesano, en la sabiduría del campesino que sabe leer la montaña y anticipar la lluvia. Nuestra cultura huilense es una mezcla de dignidad, resiliencia y alegría, que se expresa en danzas, en comidas, en mitos, en formas de ser.
Pero lo nuestro también ha sido olvidado, desplazado por modelos que no nos representan, arrinconado por una idea de “progreso” que muchas veces ignora las voces del territorio. Y sin embargo, es ahí, en lo auténtico, donde está nuestro mayor potencial.
Desarrollar el Huila no es solo pavimentar vías o atraer inversiones, es también rescatar la memoria colectiva, poner en valor lo que sabemos hacer, lo que sentimos, lo que compartimos como pueblo; es darle protagonismo a nuestras cocineras tradicionales, a nuestros músicos, a nuestros niños que bailan el sanjuanero, a los jóvenes que emprenden desde la raíz; es entender que el verdadero desarrollo comienza cuando nos creemos el cuento de que lo nuestro vale.
Imaginen una región donde cada mercado campesino sea un acto de orgullo local, donde los colegios enseñen la cátedra de la huilensidad con el mismo fervor que las matemáticas, donde exportar café, cacao o panela no sea solo un negocio, sino una manera de contarle al mundo quiénes somos.
Revalorizar lo nuestro es también reconciliarnos con nuestro pasado, dignificar nuestra ruralidad, defender nuestros ríos, cuidar nuestros saberes, y dejar de sentir vergüenza por nuestra tonada opita. Es entender que nuestra identidad no nos limita, al contrario, nos diferencia y nos proyecta.
Si queremos un Huila más próspero, más justo, más humano, el punto de partida está claro; mirar hacia adentro, reconocernos, y desde ahí, construir hacia afuera.
“Las regiones que florecen son aquellas que primero aprenden a quererse a sí mismas.”
#LaFraseDeOscarT
