Diario del Huila

La guerra entre los dueños de Mac Pollo

Oct 2, 2025

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Juanita Tovar Sandino

En Colombia estamos acostumbrados a que las grandes empresas familiares sean fuente de orgullo regional y, al mismo tiempo, escenario de tormentas internas. Eso es lo que hoy ocurre con Mac Pollo, la empresa avícola fundada en Santander hace más de cuatro décadas, que pasó de ser un pequeño negocio familiar a convertirse en una de las marcas de pollo más reconocidas del país.

El apellido detrás de esa historia de éxito es Serrano Pinto, y los pleitos comenzaron cuando el sobrino de don Ernesto reemplazó a su padre en su posición societaria. Hoy se enfrentan en una de las batallas empresariales y jurídicas más intensas de los últimos años. Ernesto, fundador de la compañía y poseedor de un bloque accionario importante junto a sus hijas, asegura que ha sido marginado de la administración por su sobrino, quien concentra la presidencia del grupo y, según la denuncia, ha venido tomando decisiones como si fuera dueño absoluto. La pelea se resume en una palabra que suena técnica, pero es clave: control.

La Superintendencia de Sociedades ya definió que en Mac Pollo existe un “control conjunto” entre Ernesto (tío) y Guillermo (sobrino). Es decir, ninguno puede gobernar sin el otro: las decisiones deben ser adoptadas en igualdad de condiciones. Pero, según Ernesto, esa figura se ha incumplido y su sobrino ha tratado de acaparar el poder, desplazando a quienes también tienen derecho a participar.

Hasta ahí podría pensarse en un simple pleito societario, de esos que abundan en empresas familiares como Ramo, Servientrega, Condimentos El Rey o Surtifruver. Sin embargo, la confrontación escaló: de las diferencias en juntas directivas se pasó a acusaciones de intimidación, cartas enviadas desde despachos en Estados Unidos y denuncias formales ante la Fiscalía. Tanto así, que el ente acusador decidió otorgar medidas de protección a Ernesto Serrano para evitar que fuera objeto de presiones indebidas. Cuando una pelea entre accionistas deriva en hostigamientos personales y en la necesidad de tutela estatal, deja de ser un asunto privado y se convierte en un tema de interés público. Porque no solo está en juego el futuro de una compañía que genera empleo y confianza, sino también el mensaje que se envía sobre cómo se resuelven las diferencias en las empresas colombianas.

La pelea de los Serrano Pinto no es un simple “pleito de ricos”, como muchos podrían catalogarlo. Es una muestra del talón de Aquiles de las empresas familiares: la falta de reglas claras para dirimir conflictos y la tentación de confundir la sangre con los estatutos. Las familias pasan, pero las empresas deben perdurar, y eso exige instituciones internas fuertes, transparencia y respeto por la ley.

En un país donde las disputas familiares han derrumbado compañías enteras —desde supermercados hasta transportadoras—, el caso de Mac Pollo debe servir como espejo. Lo que comenzó como un proyecto de vida común no puede terminar convertido en un campo de batalla que ponga en riesgo la reputación, los empleos y la estabilidad de empresas que hoy hacen parte de la mesa de millones de colombianos.

La justicia tendrá que dirimir quién tiene la razón y bajo qué reglas debe manejarse el poder. Pero la lección es más amplia: cuando el poder empresarial se concentra en la familia, la única vacuna contra la destrucción es el respeto por los acuerdos y la institucionalidad. Si eso falla, la historia de éxito puede convertirse en una crónica de ruina.

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