Por: Alvaro Hernando Cardona González
Durante los primeros dos años de ver publicada esta columna (1999 y 2000), incluimos varias notas sobre las estrechas relaciones entre las empresas, la gestión ambiental y el desarrollo sostenible. De hecho, la primera columna estuvo relacionada con estos aspectos.
Tomando como base algunas recomendaciones que la empresa AmbientalMente SAS, hizo en una nota titulada “7 mitos que están matando la gestión ambiental”, publicada en la red Linkedin el pasado 22 de abril, volvemos sobre lo mismo: la necesidad de que las empresas dejen de subestimar sus deberes ambientales. Cumplirlos no solo les ahorrarán dinero, les harán ganarlo y contribuir a la sostenibilidad inveterada de la empresa.
Es improbable que hoy se ponga en duda sobre la importancia de cuidar el medio natural. No obstante, cuando nos referimos a gestión ambiental dentro de las empresas, industrias e incluso dentro de los establecimientos de comercio, aún hay demasiados mitos; por ejemplo, que esta gestión es un gasto, un trámite más, o algo que se puede postergar.
Nada más erróneo. Si esos “mitos” se mantienen, tendremos empresas o establecimientos violando normas, corriendo riesgos de sanciones (multas o cierres) innecesarios, oportunidades perdidas y prestigio menoscabado o ruina.
Del artículo mencionado, extraemos los siguientes apartes, ajustados para los propósitos y brevedad de este espacio: 1. Cumplir con lo ambiental es un gasto. “Cumplir con la normativa ambiental no es un lujo. Es un deber ético, primero que nada. Pero, además, una buena gestión reduce riesgos, previene sanciones, mejora procesos y hasta baja costos operativos. 2. Solo aplica a empresas grandes. Toda empresa genera algún impacto ambiental (de hecho, toda actividad humana lo hace) de ahí que debe cumplir ciertas obligaciones para manejarlas. Desde multinacionales pasando por PYMEs. 3. Tener documentos en regla es suficiente. Las autorizaciones son apenas una parte del cumplimiento normativo; del deber. La gestión ambiental incluye sobre todo seguimiento, control, reportes, actualización normativa, manejo de residuos, capacitación, auditorías internas, entre otras. Finalmente, 4. El área ambiental trabaja sola. Al contrario, debe transversalizar la gestión en la organización. “Cuando se deja aislada en un solo departamento, los riesgos aumentan y la eficacia se pierde”. Gestión ambiental no son trámites. Es la herramienta estratégica para operar mejor, crecer con seguridad y construir reputación.
Recuerden, los deberes antes que los derechos. Y todos, sin excepción tenemos deberes ambientales. También los tienen los centros de generación económica y del empleo digno ¡desarrollo sostenible!








