Diario del Huila

La Fuerza de Sentir

Sep 11, 2025

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Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca

oscartrujillo79@gmail.com

“Ser emocionalmente inteligente no es contener lágrimas, es transformar emociones en decisiones conscientes.”

Nos enseñaron que ser fuerte era no llorar, no mostrar miedo, no dudar; que el temple se demostraba ocultando las emociones, endureciendo la cara y apretando los dientes ante la vida. Pero hoy, en medio de un mundo agitado, esa vieja idea de fortaleza se está cayendo a pedazos.

Porque el verdadero desafío hoy no es ocultar lo que sentimos, sino aprender a gestionarlo, nombrarlo, comprenderlo, transformarlo, y ahí es donde entra una herramienta que deberíamos estar enseñando desde la escuela hasta el trabajo, la inteligencia emocional.

En tiempos de crisis —económica, climática, política, social, familiar— la capacidad de reconocer y manejar nuestras emociones es más valiosa que cualquier título, porque es la que nos permite no rompernos por dentro mientras todo se tambalea afuera y es también la que nos permite liderar con humanidad, relacionarnos con respeto y tomar decisiones conscientes.

Hoy día en el Huila, en Colombia, en cualquier rincón donde haya incertidumbre, polarización, desigualdad o estrés colectivo, hablar de inteligencia emocional ya no es un tema de desarrollo personal, es una necesidad social. Es salud mental preventiva, es paz interior convertida en cultura ciudadana.

Y no se trata de volverse experto en emociones, ni de romantizar el dolor. Se trata de entender que sentir es parte de vivir, que el miedo puede ser una alerta útil, que la tristeza tiene algo que contarnos, que la ira mal gestionada puede destruir lo que más queremos. Y que aprender a respirar, escuchar, pausar o pedir ayuda no es debilidad, sino madurez.

Las empresas lo empiezan a entender, los colegios, lentamente, también, pero la política aún no, seguimos viendo liderazgos reactivos, egos inflados, decisiones impulsivas. ¿Cuánto cambiaría nuestra sociedad si quienes nos gobiernan también aprendieran a gobernarse a sí mismos?

Imaginen un país donde la inteligencia emocional sea parte de la formación de líderes, de funcionarios, de docentes, de emprendedores. Donde se valore más la empatía que la arrogancia, donde sea normal decir, “Estoy atravesando un momento difícil, pero lo estoy enfrentando con herramientas.”

Esa es la fuerza que necesitamos, la de quienes se conocen, se cuidan y saben cómo sostener a otros sin romperse ellos mismos. En una sociedad herida, no basta con levantar la voz. Hay que aprender a sanar desde adentro.

Porque al final, ser fuerte no es endurecerse…

Es mantenerse humano en medio del caos.

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