Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
Vivimos en una época en que el tiempo parece escaparse entre nuestras manos, donde la búsqueda constante de logros y posesiones nos aleja de lo esencial, sin embargo, la verdadera felicidad no se encuentra en la acumulación de bienes o en la consecución de metas inalcanzables, sino en la capacidad de apreciar lo simple y vivir plenamente el presente.
El filósofo romano Séneca, en su obra “De la brevedad de la vida”, nos recuerda que la vida no es corta por naturaleza, sino que la hacemos breve al desperdiciarla en ocupaciones triviales y preocupaciones innecesarias. Para él, el sabio es aquel que sabe aprovechar el presente, recordando el pasado con gratitud y mirando al futuro sin temor.
En la actualidad, Arthur Brooks, catedrático de Harvard, reconocido por su investigación en felicidad, liderazgo y emprendimiento social, sostiene que la felicidad se basa en cuatro pilares fundamentales: familia, fe, amistad y trabajo significativo, en el que destaca la importancia de vivir en el presente y de reducir nuestras necesidades materiales para encontrar una satisfacción más profunda.
Asimismo, Raquel Mascaraque, psicóloga y periodista especializada en neurociencia, advierte sobre la «querofobia», el miedo a ser feliz, que nos impide disfrutar de los momentos placenteros por sentirnos culpables o improductivos, para ello nos propone prácticas como la autocompasión y la atención plena para superar estas barreras mentales y permitirnos experimentar la felicidad sin remordimientos.
La felicidad también se encuentra en las pequeñas cosas de la vida cotidiana, en simples gestos como una sonrisa, un abrazo o una conversación sincera pueden tener un impacto significativo en nuestro bienestar emocional y en nuestras relaciones. En este contexto, la sencillez se presenta como una virtud que nos conecta con lo esencial, donde los pequeños gestos de amabilidad y conexión con los demás pueden tener un gran impacto en sus vidas, encontrando satisfacción en lo que realmente importa, por eso, la psicología positiva enfatiza cómo estos pequeños detalles pueden generar satisfacción y fortalecer nuestras conexiones sociales.
En conclusión, la esencia de la felicidad no se halla en la complejidad ni en la abundancia, sino en la simplicidad y en la presencia consciente, al valorar lo que tenemos y vivir el momento con plenitud, descubrimos que la vida, aunque breve, puede estar llena de significado y alegría.
