Diario del Huila

LA DERECHA TIENE QUE PROPONER

May 14, 2025

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Para ganar en el 2026 no basta con pactar un candidato de derecha que explote el sentimiento anti-Petro, motor cómodo pero limitado de la oposición. Esa narrativa ha sido útil, sí, pero se agota. El petrismo ha insistido en dividir al país entre ricos y pobres, empresarios y trabajadores, terratenientes y campesinos, ciudadanos y grupos armados “faltos de afecto”. Pero Colombia no es una nación de dos caras. Somos una sociedad compleja, llena de matices, donde millones no se sienten representados ni por los extremos ni por los relatos populistas.

¿Quién está hablando hoy con esa clase media trabajadora, con los emprendedores que no se consideran ricos pero tampoco pobres? ¿Quién interpreta los proyectos de vida de tantos colombianos que quieren salir adelante sin depender del Estado ni ser culpados por el fracaso ajeno?

Hace falta inteligencia política, no solo para señalar errores, sino para asumir que muchas de las reformas que se exigen desde la izquierda son legítimas. No se trata de desecharlas por venir del adversario, sino de reconocer que también se requieren reformas profundas en educación, salud, trabajo y justicia. Reivindicar derechos no puede ser un monopolio ideológico. Así como urge dignificar a quienes han sido históricamente excluidos, también es urgente proyectar un país de ciudadanos empoderados, no de clientes del asistencialismo.

Petro se sentó a gobernar con las mariposas amarillas del último Aureliano. Y la derecha, lejos de hacer política, prefirió mirar con desdén. Quizás no sea la hora de los estrategas de campaña, pero sí es el momento de quienes piensan en el país más allá de la coyuntura. Si la derecha no propone un modelo de nación moderno, equitativo, viable y democrático, que no se sorprenda si el péndulo sigue oscilando hacia un estatismo cada vez más cómodo en el poder.

Es momento de hablar menos de Petro y más del modelo de país que queremos. Pasar del discurso de la seguridad basado únicamente en la fuerza pública, a una seguridad integral, donde se reforme la educación con visión productiva, que incorpore no solo a Marx y Hegel, sino también a la inteligencia artificial, las nuevas tecnologías y los desafíos del siglo XXI. Un modelo donde no sigamos peleando por la tierra, sino que trabajemos para que no se cultive coca, sino alimentos; donde las vías no se inauguren con aplausos y sobrecostos, sino con concesiones bien diseñadas que generen desarrollo; donde el Estado tenga el tamaño justo para orientar, no para contratar.

La derecha no puede seguir a la defensiva, atrapada en el grito revanchista del izquierdismo de calle, ese que marcha, gasta y exige, pero rara vez propone caminos reales hacia el progreso. Aquí, en nuestros territorios, quienes creemos en la autoridad, en la institucionalidad y en la libertad, debemos dejar de ser vergonzantes. Hay que responder a los errores del pasado con liderazgos firmes, innovadores y modernos, que hablen de equilibrios, no de nostalgias.

Hoy hay más zurdos gritando que ciudadanos marchando por la ruta del progreso. Es hora de dejar la vergüenza y recuperar el coraje. Porque quienes creemos que el país va mal, también debemos tener la autocrítica para reconocer fallos, pero sobre todo, la pasión y la claridad para defender con argumentos los aciertos y proponer el camino que necesitamos para avanzar.

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