Por: María del Carmen Jiménez
La democracia como forma de gobierno, debe permitir la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones para la materialización de los cambios requeridos, encaminados a vivir en armonía y equidad. Para ello es necesario que se establezcan diálogos entre gobernantes y ciudadanos para alcanzar objetivos comunes. La democracia busca evitar manifestaciones radicales de poder, ser garantía de pluralidad y reconocimiento de derechos.
Lamentablemente en Colombia desde hace décadas se ha planteado una crisis de la democracia liberal, debido al debilitamiento de sus características, que han generado fracturas entre ciudadanos, gobernantes, e instituciones. Crisis que se manifiesta en una idea básica según Castell: “Los actores del sistema político no nos representan”. se ha perdido la confianza en las instituciones, porque la gran mayoría de quienes las han liderado, han privilegiado sus intereses particulares y la defensa de un modelo económico generador de desigualdades recurrentes, negacionista de los derechos humanos, sociales, económicos y políticos.
Hemos vivido por décadas en una democracia defectuosa, e incumplida, donde se abortaron los principios, derechos, libertades ciudadanas, generando profundas brechas sociales. Concentraron el poder en manos de unas pocas familias, usaron la violencia y el miedo para mantener el control de sus privilegios, para silenciar la oposición que reclamaba el respeto al Estado Social de Derecho. Le hicieron y hacen conejo a la implementación de la Carta Magna que nos rige. Con el cercenamiento de derechos laborales, sociales políticos de los trabajadores colombianos, en el gobierno de Uribe se retrocedió.
La democracia es una forma de vida que debe reflejarse en el cumplimiento de sus principios entre otros: la participación, la inclusión, la organización social, la solidaridad, el respeto a la diversidad, la igualdad y equidad. El mayor desafío para que la democracia tenga futuro es combatir la pobreza, promover la justicia social y, que todos los órganos del estado comprendan que su poder reside en el pueblo.
La materialización de los cambios por los cuales votó el pueblo en el 2022, se sintetizan en los proyectos de Reformas Sociales presentadas por el actual gobierno al poder legislativo; pero han encontrado obstáculos en su trámite y discusión en el Senado de la República por parte de los partidos de oposición.
Ante esta situación, y los intentos fallidos de un acuerdo nacional, es legítimo que se recurra a la democracia participativa, para que sea el constituyente primario, quien se exprese a través de todos los mecanismos contemplados en la Constitución del 91 y exija la restitución de sus derechos cercenados. Parece que la oposición le teme a la democracia y quiere que nada cambie.








