Carlos Yepes A.
Durante los últimos meses hemos venido enfrentando advertencias sobre una posible crisis en el suministro de gas natural que podría impactar al país en el mediano plazo. De acuerdo con la Asociación Colombiana de Gas Natural (Naturgas), el país cuenta con reservas probadas que garantizan el suministro para los próximos 6.2 años, lo que plantea una enorme preocupación dada la auto eficiencia energética que ha mantenido Colombia durante décadas.
El déficit proyectado por Naturgas para 2025 podría llegar al 7.6% de la demanda nacional llegando incluso a poderse incrementar hasta un 18.9% en 2026. Estas cifras pondrían en riesgo el suministro de gas para 12 millones de familias, que representan 36 millones de personas, la mayoría de los estratos 1 y 2. Lo crítico resulta que para este sector de la población, el gas es un elemento esencial y determinante en su estabilidad económica.
Por otra parte, el sector industrial y los vehículos que utilizan este sistema se verán seriamente afectados, la industria depende del gas como insumo clave en su proceso de producción de materias primas, enfrentar costos elevados podría afectar a los consumidores finales. Los usuarios de vehículos, en especial el sector transporte, taxis en particular, se exponen a un aumento significativo de sus costos de operación.
Esta crisis puede ser el resultado de varios factores, como la falta de planificación en el largo plazo, se habla por parte de expertos de que administraciones anteriores no realizaron las inversiones necesarias para garantizar un horizonte de exploración y producción que el país requiere hoy día. También se critica, por parte de algunos expertos, la actual política restrictiva que ha llevado a que no se firmen nuevos contratos de exploración y producción lo que entra a limitar la capacidad de que las reservas se puedan expandir. Y como tercer factor, los expertos hablan de demoras regulatorias, lo que ha ocasionado una ausencia de medidas por parte de las autoridades competentes, lo que ha incrementado la incertidumbre en el sector.
Ante este panorama, se requiere de soluciones prontas y audaces, en el corto plazo se habla de la imperante necesidad de importar gas, aunque traería necesariamente un aumento en los costos para los usuarios finales. También Naturgas, junto a otros gremios, ha planteado cambios en la normatividad para diseñar productos con una mezcla de fuentes de suministro y así impactar el precio final. Otros sectores insisten en la necesidad de que proyectos como Sirius se aceleren y de esta manera entrar a garantizar un abastecimiento en el mediano plazo.
En nuestro caso, el Huila, podría enfrentar efectos muy adversos. Las familias de bajos ingresos, que dependen de este recurso, verán un incremento en sus facturas mes a mes, aumentando así la brecha de desigualdad. Nuestra industria, aunque escasa, verá afectada su capacidad operativa al igual que los taxistas primordialmente tendrán que soportar un costo operativo más elevado.
Esta crisis que seguramente se avecina, debe ser motivo de un amplio debate para replantear la política energética del país, no podemos llegar a una dependencia de gas importado sacrificando nuestra soberanía energética. El gobierno debe tomar medidas inmediatas para garantizar un suministro estable en el largo plazo.
El departamento, cuenta con enormes potencialidades en energías renovables, pudiéndose convertir en un actor clave en esta transición hacia fuentes no convencionales, esto requiere de recursos, planificación e inversiones significativas para su implementación.
En conclusión, el Huila debe prepararse para enfrentar este nuevo desafío y convertirlo, dadas nuestras condiciones, en una oportunidad para que el sur colombiano lidere en el país un proceso de desarrollo de energías renovables.
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