Desde que se posesionó el primer mandatario de los colombianos, Gustavo Petro Urrego, se han venido presentando escándalos de corrupción y de salidas en falso que han colocado en duda la coherencia en su actuar gubernamental. Las denuncias y acusaciones de funcionarios y de los dirigentes de los sectores políticos afectos al ejecutivo, han minado la imagen presidencial hasta los más bajos niveles de aceptación de la opinión pública nacional. La carta enviada a la Casa de Nariño del exministro de Defensa Alvaro Leyva Durán, ha generado el más grande cisma al interior de la Casa de Nariño. Las supuestas acusaciones de que el presidente sea un adicto a las drogas y al alcohol, coinciden con las acusaciones que han efectuado otros amigos de su entorno político. Se han vuelto comidilla en las redes sociales y los medios de comunicación a nivel nacional y han transcendido al ámbito internacional. Inclusive están correlacionado los mensajes con horrores de ortografía y sin coherencia que permanentemente escribe frente a los temas de interés nacional e internacional, porque no reflejan la racionalidad y la coherencia que deben contener los mensajes presidenciales, para buscar soluciones estructurales a las profundas problemáticas que presenta actualmente la sociedad colombiana. Está en vilo la majestad de la presidencia.
La opinión pública todavía se pregunta, ¿Cuáles fueron las causas del incumplimiento de 90 compromisos asumidos en su agenda por el primer mandatario de los colombianos? Todos sabemos las implicaciones que generan el consumo de sustancias psicoactivas y de bebidas embriagantes. Se observan mensajes llenos de ideología, odios de clase y culpando a otros sectores de todas las problemáticas, que se han venido. La persona pierde la razón y empiezan a salir con disparates y con expresiones salidas de la lógica. El país requiere la unión, no la confrontación caótica alimentada desde la Casa de Nariño. Hay que evitar entre todos, un incendio social.
Pero estas denuncias directas de un exministro y de una persona de confianza de su entorno, colocan en serios aprietos al primer mandatario de los colombianos, dados los eventos que con frecuencia emiten los trinos del jefe de Estado. Expresiones del excanciller: “Como si la inteligencia francesa fuera incompetente para no haber conocido su paradero. Momentos embarazosos para mí como persona y como su canciller. Y mucho más cuando supe en dónde había estado. Me apena decirlo hoy, pero por esa época ya tenía conocimiento de episodios suyos de similar comportamiento, a propósito de un viaje oficial a Francia en junio de 2023”. Consideramos que el presidente debe aceptar las recomendaciones que le hace la oposición para que se haga exámenes toxicológicos y psiquiátricos que permitan evaluar su capacidad para conducir el país. Una persona con problemas de adicción es una amenaza para la seguridad nacional.







