Por:
| HAROLD SALAMANCA |
El cáncer de cuello uterino es una enfermedad prevenible, y sin embargo, sigue siendo una de las principales causas de muerte en mujeres en muchos países, especialmente en contextos vulnerables. Como cofundador de la fundación SalBo que lidera en Colombia la eliminación de esta enfermedad y esposo de una sobreviviente, no puedo dejar de compartir la reflexión que surge de un caso reciente que nos ha conmovido profundamente.
En desarrollo de nuestra misión de defender el derecho a la vida y la salud de las mujeres hemos sido informados, del caso de una mujer indígena procedente el Vichada, madre de familia que enfrenta sola en un hospital de Bogotá un diagnóstico de cáncer de cuello uterino estadio 4, con un pronóstico bastante reservado. Su situación es desgarradora, no solo por lo avanzado de su enfermedad en sí, sino también porque fue trasladada de su ciudad de origen sola, a lo que también le podemos sumar que este caso representa la falla de una sociedad que no ha protegido los derechos fundamentales de las mujeres más vulnerables. Su historia no es única, y ese es precisamente el mayor llamado de atención.
Como sociedad, tenemos una deuda pendiente con miles de mujeres. Sabemos que la prevención es nuestra mayor arma: la vacunación contra el virus del papiloma humano (VPH), las pruebas de detección como la citología y las pruebas de VPH son herramientas que salvan vidas. Pero no basta con conocerlas, es necesario garantizar su acceso universal y equitativo. La educación, las políticas públicas efectivas y la atención médica oportuna no son un lujo, son derechos que debemos proteger y promover.
Desde la Fundación SalBo, trabajamos cada día para que ninguna mujer padezca el cáncer de cuello uterino. Nos esforzamos para que las familias no tengan que vivir la pérdida de alguien que pudo haber sido salvado. Este esfuerzo no es solo una misión profesional, es el propósito superior de vida de los fundadores. Por la experiencia que hemos acumulado sabemos que el camino no es fácil, pero también sabemos que es posible.
Hoy los invito a ser parte de este cambio, a sumar su voz y sus manos en la lucha por garantizar el derecho a la salud y la vida. Porque juntos podemos construir un futuro donde historias como esta no vuelvan a suceder. Un futuro donde las mujeres vivan con dignidad, salud y esperanza. hsalamanca@fundacionsalbo.org








