Diario del Huila

La administración de Bahamón en la Federación

Ago 28, 2025

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He podido vivir en diferentes países y validar cómo el café ha sido siempre un sinónimo de Colombia para el extranjero. Cuando me adentré en esta industria hace siete años, conocí una cara anticuada de ella, una industria en ciertas ramas muy desactualizada y en ocasiones incluso hermética y monopolizada. Decidir emprender con café colombiano en el ámbito del comercio exterior fue una declaración personal de apoyo al cambio.

En ese momento no tenía ni idea de cuál volátil era la industria y lo difícil que es competir en ella tanto a nivel local como internacional. Colombia ha comercializado históricamente granos verdes, pero en eso, hoy, estamos en clara desventaja ante países como Brasil y Vietnam, y muy amenazados por los centroamericanos y algunos otros africanos como Etiopía.

En estos últimos años he visto como esa estrategia comercial empolvada de competir en café verde ha venido cambiando gracias a decisiones estratégicas que buscan dejarle a Colombia más recursos en toda su cadena de café, entre ellas potenciar las marcas locales tostadas en origen. Y en la historia siempre, cuando se toman buenas estrategias, el rumbo cambia.

El grano de café está pasando de ser un símbolo cultural nostálgico para nuestro país, y se está convirtiendo nuevamente en un motor que, como en el siglo pasado, impulsa la economía nacional, algo más que oportuno en estos tiempos de déficits y quiebras. Leía esta semana cómo la Federación Nacional de Cafeteros anunciaba cifras históricas de más de 5.400 millones de dólares en exportaciones, un récord jamás alcanzado en la historia del país. Y gracias a la inmersión en la industria que he vivido, sé de ciencia cierta que no son resultados que trae el azar sino que se deben a la estrategia clara y bien ejecutada que han tomado los actores más grandes y, sobre todo, la Federación liderada por la administración de Germán Bahamón.

Sé que en el campo aún se tiene otra visión de la Federación, y aunque la institución tiene mucho margen de mejora en tecnología y varios conflictos de interés por resolver, sí es importante que los ciudadanos y sobre todo los involucrados en la industria entiendan que estos logros les abrirán más puertas, pues siembran bases sólidas hacia la industrialización y la apertura de mercados, dándole mayor valor a toda la cadena del café nacional. Bahamón ha apostado a que Colombia no se limite a exportar materia prima o commodities, sino que sea capaz de capturar más valor agregado y asegurar beneficios reales para sus productores y empresas de la cadena.

La Federación es extremadamente compleja en su organigrama, y aun así es irrefutable que la administración de Germán y todos sus colaboradores están tomando decisiones comerciales que vienen dando frutos a nivel local e internacional, generando más desarrollo y bienestar social para los caficultores. Por años he visto como muchos de ellos ven a la institución como un ente distante, burocrático y a veces desconectado de las realidades del campo. Y creo que todas estas premisas en su momento han sido ciertas. Pero hoy, sin embargo, la dinámica está cambiando. Quizá más lento de lo que muchos esperan pero, en mi opinión, hacia un rumbo correcto y actualizado.

Modernizar una institución de casi un siglo de existencia debe ser, sin duda, extremadamente complejo, incluso para un tipo que viene de empresas tan innovadoras como Apple y Sony. Transformar implica incomodar a muchos, dejar el ego a un lado, afrontar diferentes choques de intereses y amenazar a muchos que viven de la burocracia. Pero tras los primeros años de esta administración, los resultados muestran que ese proceso de transformación está bien encaminado. Y lo que antes percibí como un gigante lento y codicioso, hoy muestra reflejos más ágiles y capacidad de adaptarse a un mundo mucho más competitivo.

Aún hay temas por mejorar. No se puede desconocer que la Federación sigue enfrentando tensiones internas y que los caficultores necesitan sentir de manera más directa los beneficios de estas políticas. La modernización debe ir de la mano de un apoyo permanente con las bases campesinas que ojalá fomente el gobierno entrante, porque de nada sirve que las exportaciones rompan récords si los productores no perciben un bienestar tangible en sus ingresos, su seguridad y calidad de vida.

Dicho esto, sería injusto no reconocer los avances. La actual administración ha logrado callar muchas bocas con hechos, sobre todo al gobierno de turno, demostrando que sí es posible gestionar los recursos con eficiencia y visión estratégica. Enseñando que se cambia construyendo. Creo que la Federación ha entendido que su papel no es solo ser el regulador cansón del café colombiano ni favorecer a sus marcas propias, sino ser un verdadero articulador de oportunidades económicas para todos los eslabones de la cadena.

Con el conflicto comercial a nivel global y este nuevo rumbo que potenciará más la industria local, el  café colombiano puede llegar a ser en la próxima década el origen que más destaque en el mundo, y con él también el prestigio de una Federación que, por años, había perdido su flexibilidad y reputación. En lo personal, hoy percibo un liderazgo renovado que apuesta por la innovación y el valor agregado. Ojalá los productores puedan ver que estas acciones son caminos para que el campo cafetero colombiano tenga más desarrollo e inversión.

Con el aroma de un café Entorno, los saludo,

Santiago Ospina López

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