En el Huila, más jóvenes lograron acceder a un empleo durante el trimestre mayo-julio de 2025, según el DANE. Sin embargo, la realidad muestra que gran parte de ellos se concentran en actividades de baja productividad y alta informalidad, tanto en Neiva como en el campo, donde las oportunidades son escasas y las mujeres siguen siendo las más afectadas.
DIARIO DEL HUILA, ANALISIS
En Colombia, el empleo juvenil parece mostrar señales de recuperación, aunque persisten grandes retos en términos de calidad, estabilidad e inclusión. El más reciente informe del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), que analiza el trimestre mayo-julio de 2025, revela que la tasa de desempleo juvenil (15 a 28 años) se redujo a 15,0%, una caída de 0,7 puntos porcentuales frente al mismo periodo del año anterior, cuando se ubicó en 15,7%. Sin embargo, más allá del avance en las cifras globales, las brechas de género, el peso de la informalidad y la persistencia de jóvenes que no estudian ni trabajan —los llamados “ninis”— mantienen vivo el debate sobre las oportunidades reales que tiene esta población.
El informe cobra especial relevancia para el Huila y su capital, Neiva, donde la situación laboral de los jóvenes refleja en buena medida las tensiones nacionales: más acceso al trabajo, pero con una fuerte concentración en sectores de baja productividad, con alta informalidad y pocas garantías de estabilidad.
Panorama nacional: más jóvenes ocupados, menos desempleo
El DANE reporta que en el trimestre móvil mayo-julio de 2025 había 6,2 millones de jóvenes ocupados en Colombia, frente a los 6,1 millones registrados en el mismo periodo de 2024. Esto representa un aumento de 109 mil personas vinculadas al mercado laboral. Al mismo tiempo, la población joven desocupada pasó de 1,1 millones a 1,0 millones, lo que confirma la reducción en la tasa de desempleo.
La participación laboral juvenil también tuvo una leve alza: se situó en 55,9%, frente a 55,5% un año atrás. La tasa de ocupación, por su parte, alcanzó el 47,5%, mostrando una mejora de 0,7 puntos porcentuales. Aunque estos cambios parecen pequeños, reflejan una tendencia positiva que consolida la recuperación después de los golpes de la pandemia, cuando la desocupación juvenil llegó a superar el 25%.
El peso de la informalidad
Uno de los datos más preocupantes del informe es que buena parte de los jóvenes ocupados están en la informalidad. En 2025, alrededor del 57% de los jóvenes trabajadores se desempeñan en empleos sin contrato laboral, sin acceso a seguridad social ni prestaciones. Este indicador se mantiene prácticamente estable frente al año anterior y refleja la dificultad del país para generar empleos formales para la juventud.
La mayoría de los jóvenes ocupados son empleados particulares (47,6%), seguidos por trabajadores por cuenta propia (33,7%). Apenas un 9,1% se encuentra en la categoría de obrero o jornalero, mientras que los patrones o empleadores representan un porcentaje marginal (2,5%). Estas cifras evidencian que los jóvenes, aunque logran vincularse al mercado, lo hacen mayoritariamente en condiciones precarias, con ingresos bajos y pocas posibilidades de ascenso social.
Brechas de género: mujeres más afectadas
La situación laboral de las mujeres jóvenes sigue siendo más difícil que la de los hombres. En el trimestre mayo-julio de 2025, la tasa de desempleo para ellas fue de 20,6%, mientras que para los hombres se ubicó en 11,6%. Esta brecha de nueve puntos porcentuales refleja la persistencia de obstáculos estructurales, como la sobrecarga en tareas domésticas y de cuidado, la discriminación en la contratación y la menor inserción en sectores dinámicos de la economía.
Además, las mujeres jóvenes participan menos en el mercado laboral. La tasa global de participación femenina se ubicó en 47,5%, muy por debajo del 64,7% registrada por los hombres. En otras palabras, no solo enfrentan más desempleo, sino que también tienen menos acceso a oportunidades laborales.
Los “ninis”: un desafío persistente
Uno de los grandes retos que refleja el boletín es la alta proporción de jóvenes que no estudian ni trabajan. En 2025, el 22,0% de la población entre 15 y 28 años se encontraba en esta situación, lo que equivale a cerca de 2,7 millones de personas. Aunque el indicador muestra una leve reducción frente al 22,5% registrado en 2024, sigue siendo alarmante.
En el caso de las mujeres, la proporción es mucho más alta: 28,8% frente a 15,8% de los hombres. Esto refleja cómo las responsabilidades de cuidado en el hogar, muchas veces no remuneradas, sacan a miles de jóvenes del sistema educativo y del mercado laboral.
Sectores de ocupación: comercio y servicios concentran el empleo juvenil
El análisis por ramas de actividad muestra que los jóvenes ocupados en Colombia se concentran en sectores de baja productividad. El comercio, hoteles y restaurantes agrupan al 31,2% de los jóvenes trabajadores, mientras que la agricultura y la ganadería emplean al 19,5%. Otro 14,1% se ubica en actividades de servicios comunitarios y sociales, mientras que la industria manufacturera ocupa al 10,3%.
Estos datos revelan que buena parte de la juventud se desempeña en sectores altamente expuestos a la informalidad y con bajos niveles de remuneración. Solo una fracción pequeña logra insertarse en actividades de mayor valor agregado como tecnología, finanzas o comunicaciones.
El caso del Huila: avances y retos
El Huila no escapa a esta realidad. En el caso de Neiva, que hace parte de las 23 ciudades principales incluidas en la medición del DANE, la tasa de desempleo juvenil ronda el promedio nacional, pero la calidad del empleo refleja con claridad los problemas estructurales de la región.
En las cabeceras huilenses, buena parte de los jóvenes ocupados se concentran en el comercio minorista, el transporte y los servicios, sectores caracterizados por la alta informalidad. En la zona rural, la mayoría de los jóvenes trabaja en el agro, muchas veces bajo la figura de jornalero o trabajador familiar sin remuneración fija.
En este contexto, aunque el Huila muestra una tasa de desempleo juvenil en línea con la nacional, la brecha urbano-rural es significativa. Los jóvenes del campo, especialmente las mujeres, enfrentan enormes dificultades para acceder a empleo formal o continuar estudios superiores, lo que aumenta la vulnerabilidad.
Educación y formación: claves para mejorar el panorama
El boletín también deja ver la estrecha relación entre nivel educativo y acceso al trabajo. La tasa de desempleo juvenil es más baja entre quienes alcanzaron educación superior (12,4%) que entre los que solo terminaron bachillerato (18,7%) o no lo completaron (25,3%). Esto reafirma la necesidad de ampliar las oportunidades de formación técnica, tecnológica y universitaria, especialmente en regiones como el Huila, donde las opciones son limitadas fuera de Neiva.
En el departamento, universidades como la Surcolombiana han jugado un papel importante, pero aún falta mayor cobertura en programas técnicos y tecnológicos que permitan vincular a los jóvenes con sectores productivos emergentes.
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Retos para las políticas públicas
El panorama que dibuja el DANE plantea enormes desafíos para la política pública. Por un lado, es necesario consolidar la reducción en la tasa de desempleo juvenil, promoviendo la formalización y la generación de empleos de calidad. Por otro, se requiere una estrategia integral para reducir el número de “ninis”, con énfasis en las mujeres jóvenes.
En el caso del Huila, es clave fortalecer programas de capacitación laboral y emprendimiento rural, que permitan a los jóvenes insertarse en cadenas productivas con valor agregado. Igualmente, se necesitan incentivos para que empresas locales contraten jóvenes bajo contratos formales y con acceso a seguridad social.
A nivel nacional, políticas como el subsidio a la nómina para jóvenes han mostrado resultados, pero su impacto aún es limitado. Se requiere un enfoque más estructural que combine inversión en educación, fortalecimiento de sectores productivos dinámicos y un marco legal que promueva la inclusión laboral juvenil.
Conclusión: luces y sombras en el mercado laboral juvenil
El informe del DANE sobre mercado laboral juvenil para mayo-julio de 2025 ofrece un balance agridulce. Por un lado, más jóvenes están trabajando y la tasa de desempleo muestra una reducción. Por otro, la informalidad, las brechas de género y la persistencia de los “ninis” siguen marcando el panorama.
En departamentos como el Huila, los retos son aún mayores: aunque los niveles de desempleo no superan el promedio nacional, la calidad del empleo y las oportunidades de formación son limitadas, especialmente en las zonas rurales.
La juventud colombiana enfrenta un escenario complejo. El acceso al trabajo se ha ampliado, pero sin garantías de estabilidad ni bienestar. El desafío para el país y para regiones como el Huila es enorme: transformar la cantidad en calidad, y asegurar que los jóvenes no solo trabajen, sino que lo hagan en condiciones que les permitan construir proyectos de vida dignos y sostenibles.
Solo así, el crecimiento en las cifras de empleo juvenil podrá traducirse en verdadero desarrollo social y económico, cerrando las brechas que hoy siguen afectando a millones de jóvenes en todo el territorio nacional.
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