Diario del Huila

José Nairo: Del bajo de su tuba a las alturas del cielo

Abr 7, 2025

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Por: Gerardo Aldana García

Cómo nacido de la música que pájaros, hojas y paisanos inspirada por la Ceiba de La Libertad en Gigante, José Nairo García Ríos, emergió de la Tierra de Matambo, vino este huilense cuyo talento musical se cultivaría para establecer la base rítmica y armónica de la canción, lo que en el argot musical se conoce como: El Bajo. Y a fe que el tubista José Nario, inicialmente formado y cultivado en la Banda Municipal de su pueblo natal, llegaría en la década de los 80s a la Banda Sinfónica del Departamento, entonces bajo la batuta del maestro Abel Valderrama Yusti para seguir, durante más de 40 años en esta agrupación,  marcando desde la gravedad del más grande instrumento de viento metal,  sonidos resonantes y profundos, para proporcionar el bajo de toda la banda dando ancla a las armonías y refuerzo a los bajos de otros instrumentos. 

A la 1:30 a.m. del pasado 5 de abril, José Nairo se fue hacia el mundo del silencio; o hacia el cielo, como él, desde su devoción católica, decía. Un músico como él es edificantemente digno de recordar; de hecho, no solo los colegas que durante décadas lo acompañaron en la Sinfónica del Huila, si no también los músicos de la región sur colombiana, incluidos los integrantes de la Banda Papayera que él creo llamada Banda Flolclórica Matambo, expresan de diversas formas y por diferentes medios la pena que causa su partida. Y, junto a la constante del dolor de su partida, también resuena la simpatía con la que se le recuerda, además del músico, a la persona jocosa, amable, divertida, honesta y colaboradora que era José Nario. Me ha dado especial gusto escuchar tantos relatos asociados a su vida, dentro de los que suena, como si fuera un acorde de la tuba que él siempre hizo colosal, este que me ha compartido el emblemático fagotista colombiano Alejandro Roso, cuando dice: Nairo siempre fue como mi hermano mayor. Y continúa hablando con una emoción que por momentos le quiebra la voz. Musicalmente hablando, todos respetábamos mucho a Nairo, un músico de envidiable poder en sus pulmones. Y es que, dentro del plan propositivo de la música, él detonaba muy bien la tuba. Incluso en papeles de obras clásicas de alta complejidad interpretativa, él, luego de mucho estudiar y ensayar con toda dedicación, siempre sacaba adelante la obra, lo que era realmente sorprendente si se tiene en cuenta su extracción y formación eminentemente empírica, misma que con su desempeño musical adoptaría matices y protocolos académicos indispensables para el éxito de la magnífica Banda Sinfónica del Departamento.  El Maestro Rosso igualmente destaca la probidad de José Nairo para enseñar a niños, jóvenes y adultos; como él mismo, pues fue su discípulo en los platillos, aprendiendo a tocar en estos ritmos como currulaos, fandangos y porros, cumbias, entre muchos otros. Tocar la melodía de Petete, para los niños era un deleite para Nairo y una fascinación para los infantes que en coro solicitaban la obra.

En otro escenario de compañerismo y colegaje musical, el maestro Arcesio Bermúdez, quién durante más de 20 años fuera trompetista de la Banda Sinfónica del Huila y en los últimos 15 funge como gerente de la Corporación Sinfónica Abel Valderrama Yusti, lo recuerda igualmente como una persona amable, correcta y entusiasta. Le gustaba libar aguardiente Doble Anís, y siempre estaba dispuesto a iniciar la fiesta como bailador de música tropical o campesina. Creo, dice el maestro Arcesio, que José Nairo será muy recordado tanto en el Departamento como en su pueblo natal al que rindió homenaje con su vida y obra, y también desde la Banda que creó llamada Banda Folclórica Matambo, en honor al mítico gigante que lleva su mismo nombre, y su rocoso y palpitante amor, Mirtayú.

El turno del conversatorio in memoriam de José Nairo le corresponde a otro emblemático intérprete, también de tuba, en la Banda Sinfónica del Departamento, y Director de la legendaria y sobreviviente orquesta llamada La Fabulosa: el maestro Aldemar Lizcano. El maestro Lizcano recuerda cómo, hacia el año 1982, al escuchar el mérito de José Nairo, allí en Gigante, cuando el giganteño interpretaba la tuba, lo descubrió ante el maestro Abel Valderra Yusti, quien en breve ordenó una audición verificando los méritos que llevarían a su incorporación como músico de atril en la más importante agrupación bandística del Huila.

Al escuchar al actual Director de la Banda Sinfónica del Departamento, el maestro Wilder de Jesús Román Grisales, quien al referirse al emérito músico lo llama con cariño y respeto: Nairito, el lector podrá acrecentar la noción sobre lo que fue y lo que significó el maestro José Nairo en los entornos musicales y sociales con los que interactuaba. Dice el Director que, trabajar con él durante cerca de 2 años siempre representó una garantía en la tuba y en la sección de bajos; desde su perspectiva, como director, sabía siempre que encontraría una respuesta sonora muy efectiva o profesional en el sector de los bajos de la banda sinfónica merced el concurso de este excelso tubista. Pero más allá de eso, dice, creo que Nairito nos dejó una huella muy marcada, profunda como el ser humano que fue.  En cada ensayo siempre se le vio sonriente y en su trato con las personas utilizaba un lenguaje sencillo, amable y jamás se le escuchaba una mala palabra, al punto de hacernos sentir igualmente a todos alegres y empáticos. Recuerdo detalles como el estar siempre presto a invitar un café para todos o incluso un almuerzo en buen restaurante de la ciudad; todo pagado por él, exteriorizando permanentemente un gusto especial por servir, por atendernos. No creo recordar a Nairito triste o arrugado por las vicisitudes que, como todos, estoy seguro las tuvo, pero no las exteriorizaba; por el contrario, solía decir: estamos bien, con la música siempre las cosas van bien. Termina el maestro Román Grisales, diciendo: Estoy seguro de que Dios siempre lo bendijo y está feliz de recibirlo en su casa.

Por todo lo grande que fue en la música del Huila y Colombia, por el inmenso corazón de amistad, por su personalidad amable y empática, por su legado para los músicos de hoy y dentro de ellos los intérpretes de la Tuba, y por la amistad que también al suscrito columnista brindo, rindo un homenaje de cariño y respeto a su vida y obra, y a su memoria, compartiendo al tiempo mi sentido pesar a sus hijos, nieta y demás familiares, y a sus colegas en la Banda Sinfónica del Departamento del Huila, como a la familia de la Secretaría de Cultura, a la que siempre perteneció. Paz en su tumba.

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