AMADEO GONZALEZ TRIVIÑO
Muchas veces hemos pasado por alto aspectos fundamentales que nos entrelazan con la existencia y con nuestro papel, protagónico o no, dentro de ella.
Hacemos parte de un conglomerado denominado sociedad y a ella nos debemos, en algunas circunstancias, estamos aquí y no nos damos cuenta de los valores que nos acompañan, de las experiencias y la suma de motivaciones que cada uno lleva dentro, para expresar desde sus inquietudes espirituales hasta su vocación de servicio o quizá ese simple hecho de pertenecer y hacer parte del grupo y quien con su presencia, construye y nos ayuda a desenredar los hilos del saber y del reconocimiento del otro y de los otros.
A ratos debemos evocar o tratar de rescatar lo que en su momento decía Walter Benjamín, cuando “Pensaba que su labor de historiador debía asemejarse a la del arqueólogo que buscaba entre ruinas y escombros aquello que la historia había olvidado”
Y qué puede ser objeto de aquello que descubrimos en ese acercamiento hacia el otro, hacia los otros, hacia los recuerdos o hacia las vivencias que muchos dejaron plasmados en el decurso de su vida, y cómo hemos de interpretar sus hechos, sus dichos, sus obras.
He ahí parte de un dilema en el que como forjadores de una historia que queremos rescatar e identificar con sus características, que hacen parte de nuestra identidad, de nuestros valores, de nuestro quehacer permanente, hoy para muchos mundos desconocidos, que persisten en esa búsqueda de obtener la certeza de ese aporte y quién o quiénes, hacen parte y hacen coro con dichos propósitos.
Es quizá esta la base de este, nuestro primer encuentro que busca “hacer memoria”. Es este el primer paso para establecer una comunicación donde el pasado o los vestigios de ese pasado, cobran trascendencia y para muchos, debe ser parte precisamente de ese proceso de rescate cuando trasciende la esfera de lo rutinario y se convierte en algo esencial para el otro, para los otros, o para la sociedad en su conjunto.
Así las cosas, en algunas ocasiones por acaso o por circunstancias que no tenían como objetivo llegar a un punto concreto, hemos terminado reconstruyendo episodios, momentos que vale la pena recordar, evocar o memorizar, y en algunas circunstancias, hechos que trasladamos posteriormente a nuestros escritos, para finalmente saber que al plasmar impresiones o circunstancias de ese pasado, podemos estar haciendo un registro histórico que ha de servir, o de darnos la pauta, para esclarecer o desentrañar el misterio de algo que todos conocíamos, pero que no sabíamos contar o darle la trascendencia que realmente merece.
Esa suma de elementos, hechos y circunstancias que forjan una historia y que hoy creemos que es hora de empezar a canalizar mediante métodos sencillo, como la comunicación, hacen parte de este conversatorio: Qué puedo decir o contar que valga la pena considerar como parte de la vida de los otros o que sirva de enseñanza para los otros y que merezca ser tenido en cuenta.
En esta formación de la historia, no podemos negar que todo es consecuencia de ese largo proceso en el que han de tenerse en cuenta factores externos e internos de los grupos sociales, entre los que vale la pena destacar movimiento sociales e ideológicos que se van presentando a lo largo de la humanidad y su influencia en cada rincón del mundo, a donde han de llegar o cómo han de llegar en su momento, para dar pautas o servir de elementos que guían ciertos acontecimientos locales o regionales y siempre determinados por la presencia de personalidades que alcanzan a dejar una huella, por su liderazgo, por su trascendencia y su compromiso en la generación de procesos que establezcan condiciones de vida digna o que hagan posible las transformaciones del entorno al que se pertenece.
Esa historia es la que creemos que debemos rescatar, valorar, depurar y analizar en forma crítica para establecer los linderos de todo aquello que representa su trascendencia en los entornos donde se desarrollan.








