Por: GERARDO ALDANA GARCÍA
La Banda Sinfónica del Huila acaba de cumplir en el pasado mes de julio, 120 años de creación. Nació apenas quince días después de que, el 15 de junio de 1905, el presidente Rafael Reyes diera vida jurídica al naciente Departamento del Huila. Una organización que tiene este excepcional linaje de ser hermana del ente seccional en su génesis merece del territorio, de comunidades y gobernantes, la mayor consideración, aprecio y tratamiento. Al ver el acto que, el pasado jueves 28 de agosto, rindió el gobernador Villalba y su Secretaria María Liliana Quimbaya a la máxima agrupación bandísitica del Huila, tuve la feliz oportunidad de viajar al pasado huilense de diversos matices culturales, del que soy hijo. Me maravillé con el virtuosismo de compositores y directores que desde hace décadas y siglos, legaron para nuestra identidad regional, melodías, letras; sonidos llenos de poesía y vivencias locales, para bien de las generaciones de ayer, de hoy y mañana. Y en cada pasaje que, el extraordinario guion del evento había preparado, sentí que mi piel se erizaba al ver las imágenes de paisanos en medio de una carrera cuarta que celebraba danzas populares, bambucos tradicionales, y luego, naturales coreografías del Sanjuanero, todo lo cual, emergía con sencillez y alegría por centenares de paisanos que levantaban polvo animados por las notas de la Banda Sinfónica que, desde principios del siglo XX, se convertía en el Alma del Pueblo. Extrañé la mirada de las cincuenta y seis ventanas del entonces edificio de la gobernación, dejando que sus múltiples ojos fuese el horizonte hacia donde, desde el Parque Santander, cada ciudadano exploraba la solución a sus necesidades o iniciativas de proyectos de desarrollo regional.
Esta Banda Sinfónica del Huila es mucho más que una virtuosa organización de excelentes interpretes; es el espejo en el que cada huilense puede mirarse para reconocer en las notas de cada obra, el hilo musical que nos hace comunes entre todos los paisanos, y entre nosotros y el país, y el mundo. Es el puente que lleva al pasado de las campiñas productoras de néctares, ganado y caballos; es la versátil escalera que rompe los paradigmas del tiempo de hoy avasallado por la rapidez de los datos de la tecnología y las redes sociales, y, como si fuese una puerta a tal portal del futuro, garantiza que nuestros hijos y nietos, y los de estos, pervivan en el mañana con la impronta de habitar en su interior la esencia de ser huilense. Yo podría escribir muchas y muchas cosas y anécdotas, y significados tantos sobre nuestra Banda Sinfónica, para destacarla y amarla; y, sin embargo, podría quedarme corto. No obstante, en lo que espero no quedare corto, desde mi condición de gestor y creador cultural, es en la capacidad de sugerir al señor gobernador del Huila, Rodrigo Villalba Mosquera, aprovechar el momento histórico que él, como primer mandatario de los huilenses, que felizmente ha tenido el honor de exaltar en acto público a la Sinfónica en sus primeros 120 años de creación, se manifieste con un par de acciones en pro de la colosal organización.
Una sinfónica como la del Huila merece ser aprovechada para promover la música del departamento en una gira internacional por Europa; si, en grandes escenarios a los que concurren notables artistas y bandas de renombre mundial, para ser apreciados y valorados, de lo cual las regiones de las que son originarios, logran ser puestos en el foco de gobiernos, organizaciones, cultores y turistas del todo el mundo, quienes terminan apoyando iniciativas de desarrollo del territorio y comunidades de los que vienen, al tiempo que se fortalece el destino, como Huila, para que miles de turistas lleguen cada año. Países como Austria, Italia, Francia o España, son ideales para que la Banda Sinfónica del Huila realice una embajada cultural y artística, ojalá de veinte días o un mes, compartiendo las obras que, de forma tan versátil y talentosa, tienen sobre el panorama musical huilense y colombiano. Esta es una inversión, señor gobernador, que podría significarle al Departamento, trescientos cincuenta millones; y, estoy seguro, todo el sector cultural como los huilenses, diríamos: qué buena inversión es esta. Como huilense y como gestor cultural y escritor, tengo todos los elementos de juicio para sugerir este reconocimiento, toda vez que he tenido, entre otras razones que me unen afectivamente a nuestra sinfónica, la oportunidad de gestionar, coordinar y acompañar diversas organizaciones huilenses hacia cerca de 12 países en Europa y Latinoamérica, pudiendo ser testigo de la magnanimidad de tales acciones, tanto para el beneficio del artista como para el territorio y sus comunidades.
El otro escenario, señor gobernador, en el que su gobierno de: Somos Huilenses, Somos Grandes, podría analizar vincularse con la Banda Sinfónica del Huila en sus 120 años, es justamente en la habilitación de una sede apropiada para sus ensayos diarios. Si bien es cierto, el gobierno departamental, a lo largo de la historia de la Banda, ha dispuesto del espacio en donde funcione la agrupación que es Patrimonio Cultural del Huila, es un hecho cierto que, hoy, los 40 músicos y su director, tienen un espacio locativo que resulta pequeño y sin la acústica ideal, que facilite la creación e interpretación musical que se merecen. De hecho, la agrupación, al estar en un espacio, inicialmente previsto para los artistas visuales, le toca vivir permanentemente la preocupación de creadores del área plástica del Huila, por estar utilizando un espacio que consideran, es para las artes visuales.
Tengo la convicción de que, en la sabiduría y experiencia sobre la administración de la cosa pública, el señor gobernador del Huila, sabrá advertir en las sugerencias respetuosas que hago desde esta columna, un sentimiento huilense sincero y probo, para con la organización musical que, cada vez que se pone en escena, hincha el corazón de los huilenses al hacernos sentir que somos un pueblo, una raza; una identidad.








