El Vaticano dio este viernes un paso clave en los preparativos para el próximo cónclave al iniciar la instalación de la chimenea sobre la Capilla Sixtina, desde donde se emitirá el humo que anunciará al mundo si ha sido elegido o no un nuevo papa.
El conducto metálico, que corona el techo de este recinto de alto valor histórico y religioso, permitirá identificar con humo negro la falta de consenso en las votaciones o, en caso contrario, con humo blanco, la elección del nuevo pontífice que encabezará la Iglesia Católica tras el fallecimiento del papa Francisco. La señal es producida por la quema de papeletas combinadas con sustancias químicas específicas, dependiendo del resultado de las votaciones secretas.
Está previsto que el cónclave comience el próximo 7 de mayo, con la participación de los cardenales electores reunidos en Roma. Antes de este evento, se han venido desarrollando las llamadas congregaciones generales, encuentros en los que también participan cardenales mayores de 80 años —sin derecho a voto— y donde se analiza el estado actual de la Iglesia, los desafíos globales y el perfil deseado para el futuro líder espiritual de más de 1.300 millones de católicos.
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Durante estas sesiones, se han abordado temas como la situación financiera del Vaticano, las reformas emprendidas en los últimos años y el legado que deja el pontificado de Francisco, tanto en la gobernanza interna como en las relaciones ecuménicas e interreligiosas.
El próximo cónclave se llevará a cabo bajo estrictas normas de confidencialidad. Todo el proceso se concentrará en la Capilla Sixtina, escenario tradicional de las elecciones papales, que permanece sellada y aislada durante las deliberaciones, con el fin de garantizar el secreto del proceso.
La última vez que se utilizó este sistema fue el 13 de marzo de 2013, cuando, tras la quinta votación, una columna de humo blanco anunció la elección del cardenal argentino Jorge Mario Bergoglio como el papa Francisco.
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