La Agencia Nacional de Tierras (ANT) adjudicó 235 hectáreas de tierra distribuidas en tres predios a 41 familias del Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR) Óscar Mondragón, en el municipio de El Doncello, Caquetá.
Las familias, firmantes del Acuerdo de Paz, decidieron trasladarse desde Miravalle (San Vicente del Caguán) en busca de un lugar más seguro para asentarse y dar continuidad a su proceso de reincorporación.
Según la ANT, esta entrega constituye un paso clave dentro de la Reforma Agraria y el cumplimiento del Acuerdo Final, al garantizar condiciones para la seguridad alimentaria y la puesta en marcha de proyectos productivos.
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Tierra para producir y vivir con dignidad
Con la certeza de contar con tierra propia, las familias podrán desarrollar cultivos de yuca, café, caña, cacao y productos de pancoger. Para Ángela Patricia, presidenta de la Asociación de Mujeres Reincorporadas (Creapaz), esta adjudicación marca un antes y un después:
“Nos sentimos orgullosos porque por fin estamos sembrando en nuestra propia tierra y no tenemos que pagar arriendo, lo cual limitaba mucho nuestra economía. Ahora nuestras familias tienen una vivienda y una vida dignas”, señaló.
En la misma línea, la firmante Mayra Alejandra Ramírez destacó que la entrega de predios es un hecho tangible de cumplimiento del Acuerdo:
“La entrega oficial de la tierra representa para nosotros devolvernos la dignidad y nuestros derechos después de ocho años y 11 meses desde la firma de la paz”, afirmó.
Compromiso con el Acuerdo de Paz
El vicepresidente del ETCR, Wilson Velásquez Cortés, subrayó que esta es la primera vez que un Gobierno cumple de manera efectiva con lo pactado en La Habana:
“Le seguimos apostando a la paz, no nos equivocamos al dejar las armas e integrarnos a la vida. Este primer paso nos permite asentarnos y avanzar en los procesos productivos”, declaró.
Por su parte, Gonzalo Agudelo, asesor de la Dirección General de la ANT, calificó la entrega como un hecho histórico: “Hoy entregamos 235 hectáreas a familias firmantes que empiezan a echar raíces en su propia tierra, sembrando esperanza y aportando a la no repetición”, afirmó.
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