Un fuerte repunte de la fiebre amarilla alarma a las autoridades sanitarias de la Región de las Américas en 2025. De acuerdo con reportes de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), entre enero y mayo se han confirmado 235 casos y 96 muertes, cifras que reflejan una reaparición inusual del virus en países tropicales de América Central y del Sur.
La expansión del virus más allá de la cuenca del Amazonas y su irrupción en áreas que nunca antes habían sido consideradas de alto riesgo ha impulsado medidas urgentes, principalmente dirigidas a viajeros nacionales e internacionales.
Hasta el 25 de mayo, Brasil encabeza los contagios con 111 casos y 44 defunciones, seguido de Colombia (74 casos y 31 muertes), Perú (38 casos y 13 muertes), Bolivia (cuatro casos y dos muertes) y Ecuador (ocho casos y seis muertes). La tasa de letalidad regional, del 41%, ha encendido las alertas y ha enfocado la atención pública en acciones preventivas inmediatas.
En este contexto epidemiológico, entidades de salud como Famisanar han reforzado la divulgación sobre los riesgos de la fiebre amarilla y las estrategias para enfrentarla. Voceros expertos insisten en que una comprensión adecuada de la enfermedad y la aplicación de medidas de prevención son decisivas para contener su avance.
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Según la OPS, la fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda de manifestación hemorrágica, transmitida por la picadura de mosquitos infectados, principalmente del género Aedes. Esta especie es también responsable de la propagación de los virus del Zika, fiebre Chikunguña y Dengue, lo que resalta su presencia extendida en regiones tropicales.
El periodo de incubación varía entre tres y seis días, y los síntomas pueden ser leves, asintomáticos o evolucionar a formas graves y potencialmente letales.
Síntomas y fases clínicas
La manifestación de la fiebre amarilla suele dividirse en dos fases. La primera, denominada fase aguda, se caracteriza por fiebre, dolores musculares, escasa orina y, en los casos más severos, trastornos como delirio o convulsiones. Generalmente, estas molestias remiten en tres o cuatro días.
Sin embargo, un porcentaje de pacientes evoluciona hacia una fase tóxica más severa, donde pueden aparecer fiebre persistente, coloración amarilla en piel y ojos (ictericia), sangrados, orina muy oscura o escasa, palidez y extrema debilidad. De acuerdo con información de EPS Famisanar, la mitad de los pacientes que ingresan a esta segunda fase fallece en el curso de diez a 14 días, mientras que la otra mitad logra restablecerse.
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