Por: Oscar Eduardo Trujillo Cuenca
oscartrujillo79@gmail.com
Hablar de transición energética ya no es un tema del futuro, ni de lujos, es una necesidad estratégica y urgente; especialmente en regiones como el sur de Colombia, donde la presión sobre los recursos naturales, la dependencia de fuentes no renovables y el cambio climático nos exigen repensar el modelo energético.
Y aunque en Colombia se ha venido dando pasos importantes hacia la diversificación de su matriz energética, el foco de desarrollo de estos modelos se ha concentrado en el centro y norte del país. ¿Pero qué pasa con el sur de Colombia? ¿Estamos realmente preparados para dar ese salto en departamentos como el Huila, donde el potencial es tan evidente como subutilizado?
El Huila, ubicado en el corazón del Macizo Colombiano, con una topografía privilegiada, altos niveles de radiación solar, abundantes fuentes hídricas, vientos constantes en varias zonas y una economía fuerte ligada al agro, tiene todos los ingredientes para convertirse en un actor clave de la transición energética nacional. Sin embargo, su papel ha sido más pasivo que protagónico, siendo un gigante dormido en energías alternativas renovables, ahora la pregunta es ¿Estamos realmente preparados para dar este salto?
La producción hidroeléctrica sigue siendo la mayor generadora de energía con proyectos como El Quimbo y Betania, pero el debate sobre su sostenibilidad ambiental y social ha puesto sobre la mesa la urgencia de diversificar y reemplazar este tipo de sistemas por unos más limpios y sostenibles.
Con niveles de irradiación que superan los 5.5 kWh/m² diarios en municipios como Villavieja, Aipe, Tello, Baraya, Colombia y Yaguará, el Huila es un paraíso solar aún sin explotar a gran escala. Los techos de viviendas rurales, fincas cafeteras, industrias agrícolas y ciudades como Neiva con uno de los niveles más altos de irradiación solar del país, tiene todo para convertirse en la Ciudad del Sol, liderando la carrera hacia un modelo urbano autosostenible, lo que no solo garantizaría una mayor autonomía energética, sino que también reduciría costos operativos y emisiones.
Más allá de las grandes represas, existe una oportunidad de oro en las microcentrales hidroeléctricas. El Huila, con su envidiable red de ríos y quebradas, posee un enorme potencial para el desarrollo de Pequeñas Centrales Hidroeléctricas (PCH), una alternativa limpia y de bajo impacto ambiental que puede descentralizar la generación energética, aprovechando los recursos sin alterar ecosistemas, especialmente en zonas rurales sin conexión estable a la red eléctrica.
Ahora bien, el departamento también cuenta con una matriz productiva centrada en el agro (café, cacao, panela, arroz, ganadería), donde se tiene un enorme potencial para producir energía a partir de residuos orgánicos, del bagazo de caña, la cascarilla del arroz, de los desechos de cosechas, estiércol y residuos pecuarios, los que pueden ser transformados en biogás o pellets de biomasa.
Proyectos piloto en municipios como Campoalegre, Pitalito, Garzón y La Plata, podrían convertirse en modelos replicables para una agroenergía descentralizada, circular y competitiva. Esto incluso podría integrarse a programas de sostenibilidad cafetera y exportación con valor agregado.
Aunque tradicionalmente no se asocia al Huila con energía eólica, este puede ser un nuevo aliado, estudios preliminares han detectado corrientes de viento significativas en zonas montañosas como el Páramo de las Oseras, la cordillera oriental y el sector suroriental de San Agustín, donde mediante el uso de tecnología de aerogeneradores verticales, pensados para zonas de viento moderado, podría hacer viable su aprovechamiento en territorios de difícil acceso.
Entonces, la pregunta es ¿Estamos listos?
El Huila necesita una hoja de ruta clara para su transición energética, una que involucre a los gobiernos locales, universidades, gremios, cooperativas, emprendedores y comunidades rurales; una estrategia que priorice las soluciones adaptadas al territorio y que convierta a las energías renovables en motor de desarrollo y no en simple discurso de sostenibilidad.
Para que Neiva y el Huila sigan este camino, es esencial fomentar la inversión en infraestructura energética sostenible, promover políticas públicas que incentiven el uso de energías renovables y educar a la comunidad sobre los beneficios de la autosuficiencia energética. La colaboración entre el sector público y privado será clave para transformar a Neiva, y llegar a alcanzar esa anhelada Neiva, Ciudad del Sol, en un referente de ciudad autosostenible, aprovechando su potencial solar y contribuyendo al bienestar de sus habitantes.
Un ecosistema energético diversificado, moderno y con sello huilense no solo es posible, es urgente. Y si lo hacemos bien, no solo estaremos listos… sino que podremos liderarla.








