Por: Ruber Bustos
En estos tiempos plagados de narrativas y relatos que corren rápidamente por las redes sociales, bien vale la pena realizar de nuevo unas reflexiones que sobre hechos nos permitan auscultar la realidad de algunos sofismas que quieren hacer carrera.
Resulta muy fácil para algunos opinadores, “influenciadores” y políticos, salir a criticar sin herramienta alguna la tarea que cumple Procafecol – Juan Valdez – frente al Fondo Nacional del Café. Los sofistas insisten en que de nada le sirve esa empresa a los cafeteros pues no reparte dividendos.
Bien deben saber que los dividendos corresponden a quienes son accionistas de una empresa y en este caso específico, hay que decir que durante la pandemia Procafecol, soportó la crisis sin un solo despido, esa situación le costó una importante suma de la cual debe recuperarse conforme manda la ley. Sin embargo, para pesar de quienes se preocupan por los dividendos de los accionistas, debo contarles que Procafecol ha entregado al Fondo Nacional del Café más de 118.000 millones de pesos en los últimos tres años, recursos que han sido invertidos en los bienes públicos, entonces, más allá de los dividendos que algunos reivindican, lo realmente importante que esa empresa trabaja de manera contundente para los intereses de los caficultores, así algunos no lo quieran reconocer, muy a su pesar, los hechos son tozudos.
Discusión más compleja es la relacionada con la llamada “prima de calidad” que no es otra cosa que un diferencial de precio que se reconoce al Café de Colombia y a otros orígenes, por factores no solamente asociados a calidad sino también a disponibilidad y reputación. Indican esos sofistas que se ha perdido el diferencial, pero no entregan un solo dato que pruebe su afirmación. Lo cierto, es que luego de la pandemia los diferenciales de todos los orígenes se vieron impactados como parte del inicio de un proceso de reacomodación del mercado, no como un efecto de algún comportamiento de la Federación Nacional de Cafeteros; esto es fácilmente corroborable con la simple estadística.
Muchos ingenuamente celebran que ese diferencial crezca, sin embargo, como dice la sabiduría popular, “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”; cuando el diferencial reconocido al Café de Colombia crece mucho, la reacción normal de los compradores es acudir a otros orígenes de arábica pues el nuestro les resulta muy costoso, entonces, no se trata solo de ofrecer café caro, se trata de que nuestro precio sea competitivo en el mercado.
De hecho, a instancias de la Federación y muy a pesar de los sofistas, se ha logrado construir una marca que se llama Café de Colombia y que es reconocida en el mundo, por comercializadores y consumidores. Esa marca debe ser cuidada y protegida por todos los colombianos, por tal razón, debo hacer un llamado a que esas construcciones novelescas sobre mezclas de distintos orígenes en nuestro país, sean consecuentes con la realidad, la Federación no propicia ni promueve ese tipo de comportamientos, esos relatos falsos con propósitos no loables, afectan en realidad la marca que es patrimonio de todos los cafeteros. Los cafeteros no podemos admitir que unos cuantos tengan por dedicación atentar contra la reputación de nuestra marca, me gustaría saber cuál sería la reacción de los mexicanos si salieran algunos a despotricar de su tequila.
Otro tema que los sofistas disfrutan es el relacionado con la posibilidad de exportaciones directas de los productores, para construir su teoría parten de la falsa premisa de que la Federación controla un “monopolio” de esta actividad, de nuevo, FALSO. Por todos es sabido que la Federación exporta para el Fondo Nacional del Café alrededor del 20% del total de las exportaciones del país, esa actividad de comercialización de café en el exterior obedece al ejercicio de la garantía de compra, no podría funcionar este bien público si no sale el Fondo a vender el café que compra en ejercicio de esa actividad en el mercado.
La Federación no controla entonces un monopolio y tampoco realiza actividades para restringir las exportaciones de los caficultores, por el contrario, las ha promovido y para ello en el pasado dispuso de la herramienta que se llamó Cafix y ahora lanzó CAFEENLACE, de igual forma, tiene a toda marcha en programa de Craft Coffe que conecta productores y compradores en un segmento especial del producto.
Nada más falso entonces, la Federación no se opone a que los productores exportemos, por el contrario, promueve ese tipo de comercialización, sin embargo, como caficultor debo hacer un llamado a la mesura y responsabilidad de quienes entonan cantos de sirena con este asunto, exportar no es asunto fácil; los compradores en todos los países del mundo están buscando comprar al menor precio posible, no toman en consideración si se trata de un productor o no; de otra parte, el flujo de pagos de la actividad de exportación no es cuestión tan ágil como vender el producto en el mercado nacional, los pagos no se realizan en el marco de la plaza del pueblo, hay que transformar el café y ponerlo en el puerto. En últimas, loable que los cafeteros exportemos y que muchos sueñen con aquello, pero hay que tener los pies en la tierra para que no se nos convierta en una frustración como aquella de cientos de campesinos que sembraron frutales bajo la promesa de exportar a países asiáticos pero que terminaron regalando las cosechas en las plazas de mercado pues no le echaron el cuento completo de esas exportaciones.
Algunos parecen no tener intención ni interés de entender la importancia de la Garantía de Compra, sin embargo, resulta este ser el bien público que más se valora en los demás países productores donde los cafeteros están expuestos por completo a lo que quieran pagar los exportadores y a la forma de pago que a ellos más se les acomode. Los colombianos no tenemos ese problema pues la Federación siempre ofrece un precio que transfiere al caficultor la mayor parte posible incluso de la comercialización, determinando un piso por debajo del cual el resto del mercado nacional no puedo estar. Hay quienes no lo valoran porque destruye sus relatos acomodados, necesitan desconocerlo y, además, se nos ha vuelto en parte del paisaje, como el día y la noche, sin embargo, ahí está.
Finalmente, en los últimos días mucho se ha hablado acerca de las exportaciones de Colombia a Arabia Saudita, como siempre, los sofistas han salido con sus narrativas maniqueas a desinformar, sin embargo, las cifras pueden ponernos en el contexto real.
El café verde (almendra sin pergamino) siempre ha podido entrar al mercado de Arabia Saudita sin necesidad de certificación relacionada con la norma religiosa, como quiera que para el consumo requiere de un proceso adicional. Bajo esta modalidad en 2023 Colombia (todos los exportadores) exportó a ese destino 56.234 sacos y en 2024 118.992 sacos.
En lo relacionado con la exportación de café transformado para consumo final, el Fondo Nacional del Café ha exportado desde 2012, creciendo año a año en sus exportaciones. En ese mercado hacen presencia otras marcas de café transformado como Café Quindío.
Así las cosas, si bien celebramos cualquier gestión que adelante el Gobierno Nacional en aras de promocionar el Café de Colombia, el llamado a la sensatez no debe dejarse de lado pues, como lo he afirmado, las expectativas de los caficultores deben estar siempre fundadas sobre la realidad de los mercados y de las posibilidades ciertas de los productores.
Debemos dar los debates con menos gritos y más datos.








